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No te preocupes por lo que te falta

Matutinas para Mujeres 2020

«Testificando Dios juntamente con ellos, con señales, prodigios, diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo»

(Heb. 2: 4, RV95).

Era la Navidad del 2013 y nuestros corazones rebosaban de gozo. Dieciocho misioneros nos dirigíamos por el largo camino que lleva a una de las regiones indígenas de Costa Rica. Un camión repleto de sacos para repartir, más el picop de mi esposo también lleno, escoltaban el pequeño bus de misioneros gozosos. Ansiábamos el momento de poner nuestros pies en aquellas tierras otra vez. El camino sinuoso y polvoriento parecía estrecharse y unirse a la vegetación que rodeaba ambos lados. Finalmente, llegamos… Allí estaba la montaña, imponente como siempre, acicalada con pinos y plantas silvestres, majestuosa bajo el espléndido cielo azul y adornada por el cantar sonoro de aves exóticas. Todo parecía darnos la bienvenida.

Dany Rojas, de nuestro equipo, impartiría la Palabra de Dios; pero para ello necesitaba un traductor de español a cabécar. Se habían hecho los arreglos para que alguien tradujera; pero ese alguien nunca llegó. ¿Cómo predicaría Dany el evangelio? Dios sabía cómo; él hizo el milagro. A pesar de las limitaciones del idioma, las personas entendieron la verdad que allí se expuso y muchos deci­dieron comprometerse a estudiar la Biblia con un laico de una iglesia cercana. ¡Qué Navidad de éxito y bendición fue aquella!

Tal vez en alguno de tus esfuerzos por llevar el mensaje de salvación a quienes te rodean, sientes que te falta algo que te parece esencial. Puede ser dinero, pue­den ser recursos materiales, tal vez alguien que predique o tal vez consideres que te falta conocimiento bíblico, don de hablar en público o… un traductor. Sea lo que sea que crees que te falta, confia. El Señor es el primer interesado en que un hijo suyo conozca más de su amor; así que él suplirá lo que a ti te falta. Él apor­tará lo necesario para la ocasión, a la par que su Espíritu obrará en los corazones receptivos. Dios jamás abandona a quienes predican su Palabra y se esfuerzan por aliviar el dolor humano.

«Verán los que nunca habían tenido noticias de él; entenderán los que nunca habían oído de él», dice la Biblia (Rom. 15: 21). Puedo dar fe de que así es. Porque Dios mismo está pendiente de que así sea. No te preocupes por lo que crees que te falta; él proveerá.