«De nada sirven las riquezas en el día de la ira, pero la justicia te librará de la muerte»
Proverbios 11:4
La proverbial riqueza de Creso, rey de Lidia, ha sido ensalzada por varios autores de la antigüedad. Este monarca llegó al trono a los 35 años y, siguiendo la política de Aliates, su padre, impulsó la expansión del territorio y el sometimiento de los vecinos, Conquistó Jonja, Eolia y Dóride, además de Misia, Frigia y Panfilia.
Así fue como hizo de Lidia el reino más poderoso del Oriente Próximo y de Sardis, su capital, un importante centro intelectual. Se atribuye a Creso la emisión de las primeras monedas de oro. Pero a pesar de toda su riqueza, Herodoto narra que, antes de la batalla contra Ciro, Creso hizo generosas ofrendas a sus dioses, incluyendo la inmolación de más de tres mil cabezas de diversos animales y una pira enorme de lechos repujados en oro y plata, copas de oro, vestidos y túnicas de púrpura; después le prendió fuego a todo.
Posteriormente, llevó valiosísimas ofrendas de oro y plata al dios Apolo en el templo de Delfos, esperando ganar su favor ante una inminente derrota ante el ejército invasor. Entre 547 y 546 a.C. tuvo lugar la batalla de Pteria, junto al río Halys, en capadocia, entre los ejércitos de Creso y Ciro el Grande.
A pesar de no haber un claro vencedor, Creso se retira a Sardis. En el año 546 a.C. se volvieron a enfrentar en la batalla de Timbrea, cerca de Sardis. La capital de Lidia fue sometida a un fuerte asedio durante catorce días y, finalmente, cayó en manos de los persas. Creso fue hecho prisionero a manos de sus enemigos.
¿Acaso el dinero es la base de la felicidad? De ninguna manera. No es bueno obsesionarnos con ser ricos porque dicha conducta absorberá nuestra vida e impedirá que disfrutemos los espacios de felicidad que el cielo nos brinda cotidianamente.
En otro lugar de la Biblia, Salomón agrega un comentario: «Quien ama el dinero, jamás tiene suficiente. Quien ama las riquezas, nunca recibe bastante. ¡Y también esto es vanidad!» (Eclesiastés 5:10). En realidad, una sabia administración del dinero es fundamental para la edificación del carácter.
Hoy pide al Señor que te ayude a administrar sabiamente el dinero que llega a tus manos y recordar que la riqueza es un medio para adorar al Padre celestial.