Como leemos en el capítulo 20 de 2 Crónicas, hubo un momento histórico en el que las tribus de los moabitas, amonitas y edomitas le declararon la guerra a Josafat, hijo de Asa y cuarto rey de Judá. Josafat nunca imaginó que del otro lado del mar Muerto llegaría una gran multitud para atacarlo. Pero así era: sus tres enemigos se habían aliado contra él.
La reacción de este hombre que había hecho lo bueno ante Dios (ver 2 Crón. 17:3) fue la de una persona convertida: «Decidió acudir al Señor. Así que anunció un ayuno en todo Judá, y la gente de Judá se reunió para pedir ayuda al Señor» (2 Crón. 20:3-4).
Entonces, como respuesta, Dios le dio una profecía a un levita llamado Jahaziel. Este comunicó al pueblo: «No tengan miedo ni se asusten ante ese gran ejército, porque esta guerra no es de ustedes sino de Dios» (vers. 15).
No debían aterrarse con la noticia, porque Dios prometió darles la victoria. ¿Cómo? Pues esa es la parte más increíble: ellos solo tenían que marchar hasta el desierto de Jeruel a encontrarse allí con sus enemigos y Dios haría el resto.
¿Así de fácil? ¿Simplemente ir hasta allí y punto? Sí, así de fácil; y punto. Josafat designó a los que irían al frente del ejército para cantar y alabar, y tan pronto como empezaron a entonar el cántico de alabanza, el Señor puso emboscada entre sus enemigos, que se atacaron y se mataron unos a otros (ver 2 Crón. 20:22-23). ¡Qué maravilloso nuestro Dios y cómo se agrada en la alabanza de su pueblo!
Salvando las distancias, viene a mi mente el caso de una joven mamá que compartía el mismo sentimiento de temor que en su momento sintió Josafat. Aunque no venían contra ella ejércitos de combate, sí la sacudió una terrible noticia: tenía cáncer de útero y estaba embarazada.
¿Qué decisión tomó? Orar y seguir alabando a Dios, creyendo en la victoria. Y venció. Dios permitió que ganara la batalla contra el cáncer.
El método de la adoración requiere que el creyente ejerza fe y agradezca anticipadamente con alegría la liberación que llegará.
«Después de consultar con el pueblo, nombró algunos cantores para que, vestidos con ropas sagradas y marchando al frente de las tropas, alabaran al Señor con el himno: «Den gracias al Señor, porque su amor es eterno»»
2 Crónicas. 20:21