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Hablar para lastimar

Matutinas para Jóvenes 2020

«Hay gente cuyas palabras son puñaladas, pero la lengua de los sabios sana las heridas»

Proverbios 12:18

Elcana era un levita rico e influyente que amaba y temía a Dios. Sin embargo, su matrimonio con Ana no le había dado hijos y eso le producía una enorme tristeza. Desesperado, cayó en la tentación de tomar otra mujer para tener hijos. Desesperado, cayó en la tentación de tomar otra mujer para tener hijos.

Fue así como Penina llegó a su casa. Y sí, le dio los anhelados hijos, pero también trajo amargura, infelicidad y problemas a su hogar. De inmediato, Penina marcó su territorio y dirigió sus crueles ataques hacia Ana. La Biblia dice que «la molestaba y la hacía enojar hasta entristecerla» (1 Samuel 1:6).

Parecía que uno de los grandes placeres de su vida consistía en fastidiar a Ana. Y cuando la nueva mujer de Elcana empezó a tener hijos, la situación se puso aún peor. Las burlas se incrementaron. A eso hay que agregar que la nueva dueña de la casa era «celosa e intolerante, y se conducía con mucho orgullo e insolencia» (Patriarcas y profetas, p. 553).

Curiosamente, Penina se consideraba favorecida por Dios a causa de sus hijos, por eso asistía puntualmente al santuario para agradecer al Señor sus bondades hacia ella. Incluso es posible que interpretara que sus ofensas hacia Ana tenían la «bendición» del cielo, así que durante varios años dedicó su tiempo a amargarle la vida.

¿Se había imaginado Elcana el problema que iba a originar a causa de su falta de fe en Dios? Su casa se había vuelto un campo de batalla. Lo interesante es que Ana no respondía a los insultos y agravios.

¿Para qué rebajarse al mismo nivel que su agresora? Más bien, se refugiaba en la oración y la confianza en Dios. Ahí encontraría las grandes respuestas a sus problemas y su vida daría un giro sumamente agradable en ocasión del nacimiento de Samuel, su hijo.

¿Has escuchado a alguien cuyas palabras son como «puñaladas»? ¿Le has preguntado a tus mejores amigos cómo es tu conversación? Es posible que te sorprendas si te dicen: «La verdad es que tú solo hablas de manera pesimista y criticas demasiado a los demás».

Pero también puede que seas como Mailo, uno de mis grandes amigos de la universidad, cuyas palabras me reconfortaban mucho cada vez que tenía oportunidad de charlar con él.

Hoy te invito a usar tu lengua para edificar, reconfortar y fortalecer la vida de otra persona. Eso te ayudará a ser un canal de la bendición de Dios para los demás.