«Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos»
Hebreos. 4:16
¿Tienes una pelota de béisbol o de fútbol autografiada por un gran jugador? Es bastante emocionante tener algo de un famoso, ¿verdad?
Luego de la Guerra Civil Estadounidense, la gente quería llevarse como recuerdo un poco de pelo de la crin o la cola del caballo de guerra del general Robert E. Lee. Según el general, su caballo, Traveller, comenzó a verse como un «pollo desplumado».
Un día, el general Lee llegó justo cuando una mujer en miriñaque estaba por sacarle un pelo a Traveller. Sosteniendo su sobrero ante él, el general se inclinó con gracia.
-Señora -dijo-. ¿Podría, por favor, tomar uno mío en lugar sacarle uno al caballo?
En la Edad Media, los cristianos atesoraban elementos de personajes bíblicos. Una abadía en Alemania dice tener las sandalias de Jesús. Otra tiene un clavo de la cruz. Y así, tantos lugares tienen un pedazo de la cruz que el reformador Juan Calvino bromeó que había suficiente madera como para construir un barco. Me imagino que era su manera de decir que la mayoría de estas reliquias no son auténticas.
Una vez visité una iglesia que tenía los grilletes que había usado Pedro en la prisión. No estoy seguro de cómo pueden estar tan confiados en que esos son los verdaderos grilletes luego de dos mil años, cuando yo ni me puedo acordar de cuál vaso de la cocina usé hace veinte minutos.
En Moscú, un millón de personas acudieron a ver una costilla de San Nicolás. Así es, alguien le robó un hueso al Papá Noel original.
Una razón por la cuales estas reliquias son tan valoradas es que la gente esperaba que, de alguna manera, la santidad de los santos se traspasara a los objetos y, de estos, a ellos; entonces, Dios oiría sus oraciones. Pero nosotros sabemos que podemos conectarnos con Dios directamente.
Él nos ama y está ansioso por escuchar nuestras oraciones. No tenemos que ser como los que le arrancaban pelos a la cola de Traveller. ¿Por qué ir al caballo cuando tenemos una relación con el jinete?