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El peligro de los labios zalameros

Matutinas para Jóvenes 2020

«Como baño de plata sobre vasija de barro son los labios zalameros de un corazón malvado»

Proverbios 26:23, NVI

Se cuenta que Diógenes (412-323 a.C.), el famoso filósofo griego, estaba lavando unas coles cuando se le acercó Aristipo quien, al ver la clase de alimento que se estaba preparando, le dijo en un tono sarcástico:

-¿Qué? ¿Acaso estás preparándote la comida?

-Si comieras coles por no tener otra que llevarte a la boca con dignidad no tendrías que adular a los poderosos ni reírles sus sandeces -respondió Diógenes sin siquiera darse la vuelta para mirar a su interlocutor.

-Y tú, si aprendieras a adular a los grandes, no tendrías que comer coles ni andar entre los insignificantes -dijo Aristipo con gran soberbia.

Aprender a adular parece una buena manera de conseguir favores y buenos tratos en este mundo. Solo se trata de agradar a otro a través de las palabras o las acciones, aunque se trate de una argucia. Para la gente que tiene algún lujo de poder o autoridad, es muy difícil resistir la adulación.

Incluso a veces les gusta rodearse de personajillos que suelen dibujarles falsos panoramas de la realidad, por supuesto, magnificando las supuestas virtudes del objeto de adulación y evitando la crítica o los comentarios adversos. Por lo tanto, la adulación no puede existir si no hay otro que la demande.

Pero nada es gratis. El adulador espera algún tipo de recompensa a su zalamería; halaga para doblegar la voluntad del adulado y así poderlo manipular a su antojo.

¿Qué podemos hacer ante la adulación? Elena de White dice al respecto: «Debemos evitar todo lo que estimule el orgullo y la suficiencia propia; por lo tanto, debemos estar apercibidos para no dar ni recibir lisonjas o alabanzas. La adulación es obra de Satanás.

El se ocupa tanto en adular como en acusar y condenar, y así procura la ruina del alma. Los que alaban a los hombres son usados como agentes por Satanás. Alejen de sí las palabras de alabanza los obreros de Cristo. Sea ocultado el yo. Sólo Cristo debe ser exaltado. Diríjase todo ojo, y ascienda alabanza de todo corazón ‘al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre’ » (Palabras de vida del gran Maestro, p. 126).

No es bueno estar cerca de los labios zalameros. Su compañía no es desinteresada ni te conducirá a nada bueno. Tampoco vale la pena hacer de la falsedad parte de nuestro estilo de vida para alcanzar algunos objetivos. Eso destruye la dignidad humana.

Hoy pide a Jesús que te ayude a ser una persona íntegra en todos los ámbitos de tu vida.