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Recibirás tu corona

Matutinas para Mujeres 2020

La corona es un objeto conocido en la cultura bíblica. Cuando echamos un vistazo al Antiguo y al Nuevo Testamento vemos que existían varios 10 tipos de coronas, entre los que destacaban los siguientes:

  • La corona real, símbolo de la monarquía. No sabemos cómo eran físicamente las coronas reales de los tiempos bíblicos, aunque leemos algunas pistas, como Salmo 21:3: «Le pusiste una corona de oro» o 2 Samuel 12:30: «Tomó de la cabeza de su rey la corona de oro, que tenía piedras preciosas y pesaba treinta y tres kilos, y se la pusieron a David». Sí se sabe bastante de cómo eran las coronas reales en Egipto, Asiria o Persia, pero de la cultura judía no hay tanta información. Lo que está claro es que, para el pueblo de Dios, la corona de los reyes era señal de su autoridad y poder.
  • La corona del sumo sacerdote, emblema del elevadísimo cargo que ocupaba. De estas sí sabemos que tenían una placa de oro con la frase: «Santidad a Jehová» (ver Éxo. 28:36-37; 29:6; Lev. 8:9).
  • La corona de matrimonio, que llevaban tanto la novia como el novio cuando se desposaban, y que posiblemente consistía de una guirnalda de flores (ver Eze. 16:12).
  • La corona de victoria que recibían los soldados que regresaban triunfantes de la batalla o los atletas que ganaban sus competiciones. Esta corona consistía de una guirnalda hecha de hojas naturales.
  • La corona de espinas con la que los soldados romanos maltrataron a nuestro Salvador: «Le pusieron en la cabeza una corona tejida de espinas y una vara en la mano derecha. Luego se arrodillaron delante de él, y burlándose le decían: «¡Viva el Rey de los judíos!»» (Mat. 27:29; ver también Mar. 15:17; Juan 19:2).

Amiga, si somos aprobadas en nuestro paso por esta vida porque hemos amado a Dios, recibiremos la corona que nos ha prometido. Reinaremos con él en la tierra nueva; seremos real sacerdocio, pueblo santo; nos tomará como su esposa; nos dará la victoria de esta dura batalla que hemos pasado aquí abajo, donde habremos compartido el gran honor de sufrir con él y por él. Creo que no se puede pedir más. Gracias, Jesús, por esa corona que me espera.

«Dichoso el hombre que soporta la prueba con fortaleza, porque al salir aprobado recibirá como premio la vida, que es la corona que Dios ha prometido a los que lo aman»

Santiago 1:12