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Señor, ¿qué quieres que haga?

Matutinas para Jóvenes 2020

«Dichoso el hombre que me escucha y todo el tiempo se mantiene vigilante a las puertas de mi casa. El que me halla, ha encontrado la vida y alcanzado el favor del Señor»

Proverbios 8:34-35

Un día, mientras se dirigía a Damasco con la intención de capturar cristianos, Saulo de Tarso vio una extraña luz cuya fuerza lo arrojó al suelo. Entonces, escuchó una voz:

-Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

-¿Quién eres, Señor? -respondió Saulo.

-Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.

Ningún otro miembro de la caravana logró ver ni oír lo que sucedía. Lo cierto es que Saulo estuvo ciego durante tres días y, de hecho, quedó con problemas de la vista el resto de su vida. En ese momento, se sintió vulnerable y dejó al lado su orgullo. Poco a poco comenzó a asimilar las grandes verdades de las Escrituras y a eliminar sus prejuicios.

Descubrió que Jesucristo era el Mesías predicho en Isaías 53, y comenzó a verlo a lo largo de todo el texto sagrado. Finalmente, Saulo tuvo un segundo encuentro con Jesús, pero esta vez a nivel de su conciencia. Lo aceptó como su Salvador personal y suplicó el perdón de sus pecados. Reconoció que había estado equivocado. Asimismo, decidió dedicar su vida a la predicación del evangelio.

A partir de ese día, su vida comenzó a cambiar. Como un hombre transformado, decidió utilizar un nuevo nombre: Pablo -nombre romano que significa ‘pequeño’-. Pablo viajó por Asia Menor predicando a Jesucristo en medio de grandes peligros.

Lo azotaron cruelmente tres veces y resistió de milagro; en una ocasión lo apedrearon hasta dejarlo medio muerto; además, sobrevivió a tres naufragios (2 Corintios 11:24). Su vida pronto se llenó de peligros: mucha gente puso precio a su cabeza, empezando por sus compatriotas; pero también lo persiguieron bandidos, soldados y falsos hermanos.

Sufrió hambre, sed, frío y desnudez. Dentro de la misma iglesia que él ayudó a edificar padeció críticas, acusaciones y desprecios. Lo acusaron de ser liberal, perturbador de la iglesia y enemigo de las normas y ritos hebreos.

Pablo fue apresado en Jerusalén, pero como era ciudadano romano, apeló a César y fue llevado a Roma donde no recibió grandes favores. De acuerdo con la tradición, fue confinado en la cárcel Mamertina, en el foro romano y fue encadenado como un criminal común.

¿Qué hay de ti? ¿Has tenido un encuentro con Jesús? Es posible que, si permites al cielo conducir tu vida, tú seas un instrumento escogido para predicar el evangelio en las manos de Dios. La decisión es tuya.