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“El dinero es un amo terrible, pero es un excelente esclavo”. – P. T. Barnum

Matutina de Adolescentes

“¡Aquí tienen al hombre que no buscó refugio en Dios, sino que confió en su gran riqueza y se afirmó en su maldad!»

Salmos 52:7

La otra tarde estaba mirando vidrieras en la avenida Worth en Palm Beach, Florida. Palm Beach es un lugar extraño porque el 87 % de la gente que vive allí es millonaria. Andan en autos de lujo Bentley y tienen sirvientes que sacan a pasear a sus perritos blancos esponjosos.

En los negocios de la avenida Worth hay un lema no oficial: Si tienes que preguntar cuánto cuesta, probablemente no podrás pagarlo. Un par de zapatos Jimmy Choo cubiertos de cristales diminutos cuesta 4.595 dólares. Un par de medias se vende a 175 dólares. Un negocio vendía carteras por hasta 80 mil dólares. ¡Y todas eran de segunda mano!

Caminar por esta colonia de los más acaudalados me hizo pensar en lo fantástico que sería tener dinero ilimitado. Piénsalo: podrías comprar la ropa que quisieras o cualquier aparato electrónico. Podrías contratar a un sirviente para que haga todas tus tareas y se asegurara de que tu teléfono estuviera siempre cargado. Si quisieras volar a París por el fin de semana, simplemente te subirías a tu avión privado e irías.

Ahora tengo una pregunta para ti: ¿Preferirías ser sumamente rico, o tener la dirección de Dios en tu vida? Entiendo que pienses que es una pregunta difícil.

Hay un hombre en la Biblia que respondió a esta pregunta, y eligió el dinero. Era un joven que se acercó a Jesús para preguntar qué debía hacer para ser salvo. Cuando Jesús sugirió que vendiera todas sus posesiones y se las diera a los pobres, el joven rico se puso triste y se alejó.

Es fácil pensar que el dinero es la respuesta a todos tus problemas; pero no es cierto. Los profundos bolsillos de Palm Beach todavía tienen un montón de problemas. Cada vez que tengas que elegir entre seguir a Jesús o seguir el dinero, asegúrate de tomar la decisión correcta.