Categories

Archivos

Nunca es tarde para orar

Matutinas para Jóvenes 2020

«El camino del Señor fortalece al perfecto, pero destruye a los que hacen el mal»

Proverbios 10:29

David había llegado muy lejos de la mano de Dios. En poco tiempo, había logrado someter a sus enemigos y asumir un efectivo liderazgo en el pueblo de Israel. En realidad, se estaba acostumbrando a la victoria. Y ese es un momento muy delicado para un creyente.

Entonces, Satanás empezó a susurrarle algo como lo siguiente: «Oye, David, de verdad que eres buen guerrero. Sí, desde que eras un niño lo llevas en la sangre. Además, te has convertido en el mejor líder de Israel. Ninguno de tus predecesores se puede comparar contigo. ¡Todo lo que tienes se lo debes a tu gran capacidad de gobernar!»

Poco a poco, el joven monarca fue aceptando la tesis luciferina y se convenció de que tenía que reorganizar sus fuerzas armadas y consolidar su liderazgo. De pronto, olvidó que todas sus victorias eran el resultado de la dirección de Dios, el Comandante supremo del pueblo de Israel.

Perdió la vista que él era un instrumento para cumplir la voluntad del Señor en este mundo. Ninguna guerra era suya. Entonces, lleno de soberbia, ordenó un censo del pueblo para saber con cuánta gente contaba para organizar sus próximas batallas. Así ordenó a Joab, general del ejército de Israel, que hiciera el trabajo. La petición sorprendió al militar hebreo y entristeció el corazón de Dios.

Posteriormente, el rey se dio cuenta de que había ofendido a su Padre celestial. El juicio de Dios sobre este asunto estremeció a David y lo alejó de su presencia.

No fue capaz de acercarse a él para orar: «En aquel mismo tiempo, David sintió mucho miedo y no podía orar ante Yahweh, porque estaba aterrado a causa de la espada del ángel de Yahweh» (1 Crónicas 21:30, BPE).

¿Has perdido la capacidad de orar? ¿Acaso crees que Dios ya no te escucha y no vale la pena hablar con él? ¿Es posible que tus errores te hayan alejado de la oración? ¡Cuidado! No caigas en esa trampa.

Nada te puede alejar del amor de Dios, ni aun tus propios pecados, por vergonzosos que sean: «Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor» (Romanos 8:38, 39). ¡Nunca es tarde para orar!

Esta mañana quiero invitarte a confesarle al Señor tu falta de interés en la oración. No le encubras nada. Él va a entenderte y cambiará tu vida.