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Alcancé salvación

Matutinas para Adultos 2020

«Dios no nos ha puesto para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo»

1 Tesalonicenses 5:9

La muerte de su único hijo varón, como consecuencia de la fiebre escarlata, fue un trágico episodio que Horacio tuvo que enfrentar a la mitad de su vida. Pocos meses más tarde, una mala operación financiera le ocasionó una gran pérdida de dinero a este prestigioso abogado de Chicago.

Todavía no se había recuperado de tales calamidades cuando ocurrió el terrible incendio de Chicago de 1871, que arrasó unos 6 km, de la ciudad durante tres intensos días, dejando su casa literalmente en ruinas. Dos años después, con el deseo de brindar unas merecidas vacaciones a su familia, organizó un viaje a Inglaterra, donde se encontraría con su amigo, el famoso predicador Dwight Moody.

Pero un compromiso de última hora hizo que su esposa e hijas de dos, cinco, nueve y once años partieran en el vapor Ville du Havre unos días antes que él. Mientras la preciada carga cruzaba el Atlántico, el 22 de noviembre de 1873 chocó contra un buque inglés, provocando la pérdida de doscientos veintiséis personas, entre las que se encontraban sus cuatro hijas.

Con profunda paz, Anna, su esposa, le comunicó la noticia en un conmovedor telegrama que decía: «UNICA SALVA», Pocos días después, Horacio recorrió la misma ruta por el océano Atlántico con el fin de encontrarse con su mujer. Mientras navegaba por el lugar del naufragio, se dice que Horacio descendió inspirado a su camarote para escribir el conocido himno: Alcancé salvación. A partir de allí, predicó acerca de la esperanza del regreso de Cristo, desarrollando un ministerio entre los pobres de Jerusalén, en Israel.

¿De qué manera es posible alcanzar la salvación en medio de tan grandes pruebas? ¿Será que el autocontrol le hizo ganar la salvación por sus propios méritos? ¿Será que el haber soportado la aflicción con gallardía le hizo digno de la misma? Nada de eso. La respuesta la encontramos en la letra del himno que escribió:

De paz inundada mi senda ya esté,

o cúbrala un mar de aflicción,

mi suerte cualquiera que sea, diré:

alcancé, alcancé salvación.

Ya venga la prueba o me tiente Satán,

no menguan mi fe ni mi amor;

pues Cristo comprende mis luchas, mi afán,

y su sangre vertió en mi favor.

La fe tornaráse en gran realidad,

al irse la niebla veloz;

desciende Jesús con su gran majestad,

¡Aleluya! Estoy bien con mi Dios.

Horacio Spafford alcanzó la salvación cuando se aferró a Dios en medio del dolor y abrazó a Cristo como Salvador personal. Tú también puedes alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.