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¿Rama o injerto?

“Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado»

Romanos 11:19

EL OLIVO ES UNO de los árboles más longevos. Originario del Mediterráneo, su cultivo se ha extendido por casi todo el mundo. No se destaca por su altura ni por su belleza, sino por sus raíces profundas, fuertes y extensas, razón de su supervivencia y producción. Un solo olivo puede producir anualmente unos sesenta litros del mejor y más saludable de los aceites, el de oliva.

Una parábola relatada en el capítulo 9 el libro de los Jueces cuenta que los árboles decidieron elegir su rey. ¿Quién fue elegido en primer lugar? El olivo. Los escritores bíblicos utilizaron el Olivo en sentido figurado para ilustrar el amor de Dios y su pacto con su pueblo.

Pablo también utiliza la parábola del olivo para referirse a judíos y gentiles. La práctica más usual era injertar vástagos de plantas cultivadas en troncos de plantas silvestres. Desde luego, también ocurría lo contrario: se usaban vástagos de plantas silvestres para ser injertados en las plantas cultivadas, con el propósito de suministrarles renovado vigor.

Por eso Pablo dice que esos son injertos contra natura, ya que lo silvestre fue injertado en lo cultivado. Así, los gentiles fueron «injertados en los judíos. La palabra «injerto» aparece seis veces en este capítulo. El injerto podía combinar la fuerza y la resistencia de las raíces con el vigor juvenil, para conseguir una mejor producción.

Dios tiene una advertencia para los injertados, a fin de que no se consideren superiores a los originales: fueron injertados por su fe. ¡Cuidado con la soberbia y con el pensar grandezas! En cambio, los originales necesitaban mantener la humildad y una vida consecuente. Dios trata a las ramas desgajadas por su incredulidad con severidad. Es la única vez en todo el Nuevo Testamento que se usa esta palabra que significa amputar, cortar y separar. Dios trata a los injertados, que son agregados por la fe, con bondad y mansedumbre. Tanto la bondad para el que cree, como la severidad para el incrédulo, son manifestaciones del amor divino, que en todo momento busca salvar y restaurar.

El Señor nos está diciendo que lo fundamental no es la rama original ni el vástago injertado, sino la raíz, pues ambos dependen permanentemente de la raíz: «A menos que hundan sus raíces en la verdad de la Biblia y se fundamenten en ella y mantengan una conexión viviente con Dios, muchos quedarán infatuados y engañados. Hay peligros invisibles que asedian nuestro sendero.

Nuestra única seguridad consiste en velar y orar constantemente. Cuanto más cerca de Jesús vivamos, tanto más participaremos de su carácter puro y santo; cuanto más ofensivo nos resulte el pecado, tanto más deseables nos parecerán la pureza y el resplandor de Cristo» (Consejos sobre la salud, p. 625).

Bruno Raso es un líder de destacada trayectoria, que ha servido como pastor distrital, administrador, evangelista y orador del programa "Reavivados por su Palabra". Actualmente se desempeña como vicepresidente de la División Sudamericana.