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Una turbulencia, dos Biblias

“Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar”

Habacuc 3:19

–¿Cómo te llamas? –pregunté mientras me inclinaba hacia delante para llamar su atención.

–Lautaro, ¿y tú?

El ruido hacía que la comunicación no fuera tan sencilla, aunque estábamos a solo unos metros de distancia. Le respondí y, aunque ya sabía la respuesta, pregunté:

–Eso que estás leyendo ¿es una Biblia?

–Sí. Tú también, ¿no? –dijo, mientras señalaba la especie de mesita sobre la que tenía apoyada mi Biblia.

–Sí. ¿Qué parte estás leyendo?

–Las genealo… ¿cómo es que se dice? Acá en Génesis… Me la regalaron ahora y estoy comenzando a leerla desde el principio. Me encanta. ¿Y tú?

–La historia de cuando Jesús calma la tempestad. Me pareció oportuna –dije con un guiño cómplice.

Es que estábamos a miles de metros de altura, en medio de la tormenta más grande que viví en avión. Los dos estábamos sentados en la última fila, con cuatro asientos vacíos y un pasillo de distancia.

Entre turbulencia y turbulencia, saltábamos de nuestros asientos y nuestras cabezas se golpeaban contra la ventana.

Lo felicité por estar leyendo la Biblia a su edad tan joven, en esas extrañas circunstancias, y aunque alrededor reinaba el caos, los dos continuamos ensimismados en la lectura y envueltos en la paz que nos daba sabernos en las manos de Dios.

En ese momento, recordé el relato del niño que viajaba solo y permanecía tranquilo en medio de una gran tormenta. A su alrededor la gente estaba preocupada, pero la azafata, al verlo tranquilo, le preguntó por qué no temía, y él le contestó: “No tengo miedo porque mi papá es el capitán. Confío en que nada malo nos pasará”.

Esa misma seguridad sentí esa madrugada al volar, y el texto bíblico de hoy cobró otro significado.

Puede ser que hoy no te encuentres en un vuelo a miles de metros de altura, pero puedes abrir tu Biblia en medio de una tremenda batalla espiritual que se está librando, en medio del caos y del ruido. Lo único que te permitirá descansar confiado y hacerles frente a las turbulencias que se presenten hoy es saber que Jesús es el capitán de tu vida. Aunque nuestros pies estén apoyados en el piso todo el día, él puede hacernos andar en las alturas. Confiemos en él. Es nuestra fortaleza.

Carolina Ramos es oriunda de Entre Ríos, Argentina, y está terminando sus estudios para ser maestra de inglés, maestra de música y traductora. Disfruta de trabajar en los diferentes ministerios de la iglesia, especialmente con los niños y adolescentes. También le gusta viajar, acampar, estar en la naturaleza, leer, tocar el piano y el oboe, y cantar. Carolina procura siempre extraer lecciones de lo chiquito y de lo grande, ver al Dios de los milagros presente en cada ámbito de nuestra vida; y espera con ansias la Segunda Venida.