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Ser novia

“Mientras tanto, Isaac había vuelto del pozo. […] Había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde. […] Rebeca también alzó sus ojos [y] vio a Isaac. […] Tomó ella entonces el velo y se cubrió.[…] Luego Isaac la trajo a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer y la amó”

Génesis 24:62-67, RVR 95

El noviazgo es una de las etapas más emocionantes en la vida de una mujer. Es ese tiempo cuando el amor entre un hombre y una mu­jer se consolida y se empieza a visualizar el matrimonio con esa “per­sona especial” que ha llenado tus expectativas. Sin embargo, muchas veces las ilusiones, los sueños, los anhelos y los proyectos se estrellan contra la triste realidad de una ruptura. Cuando esto ocurre, el espíritu queda quebran­tado y el cuerpo, herido. 

El noviazgo está en los planes de Dios como “antesala del matrimonio”. Y recibe la bendición divina cuando se experimenta con la persona adecuada y por el tiempo prudencial. Muchas jóvenes tienen la fantasía de que coleccio­nar novios las hará más populares; otras sienten que tener novio es algo así como un “deporte” que hay que comenzar a practicar temprano en la vida para estar en la “onda juvenil”, que hoy por hoy promueve los excesos como la máxima de la vida.

La señorita que sigue el consejo de sus padres y de su Padre celestial vivirá el noviazgo de manera plena, sin culpa y sin miedo. El día de la boda será el principio de un amor comprometido y seguro, donde en una entrega absoluta podrán gozar de los placeres legítimos que Dios ha prepa­rado para ambos. 

Cuando llegue el momento de que tengas una relación de noviazgo, pídele a Dios que te ayude a hacer la elección correcta; busca a un joven que mo­dele en su vida un carácter noble, tanto en público como en privado. Te aseguro que su forma de ser en el noviazgo será más evidente cuando estén casados; tú no podrás cambiar nada en él. Tampoco te dejes llevar solo por la apariencia física, que aunque es importante no es determinante. La popularidad de un chico no es garantía de que sea idóneo para casarse. 

El noviazgo debe culminar en una coronación de amor y no en un calvario de culpa, llanto, abandono y martirio. Cerciórate de que el corazón de tu no­vio le pertenezca a Cristo antes que a ti. Si no ama ni respeta a Dios, tampoco te amará ni respetará a ti.

Erna Alvarado Poblete es licenciada en Pedagogía y Psicología educativa; tiene un máster en Relaciones familiares y estudios de postgrado en Desarrollo humano. Es conferencista y autora de varios libros, entre ellos Reflexiones para la mujer, de este mismo sello editorial. Aunque nacida en Chile, lleva cuarenta años viviendo en México.