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Pablo, el casamentero

«Porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo

2 Corintios 11:2

POPULARMENTE SE LE DA el nombre de «casamentero» a quien hace de enlace entre dos partes originando y fortaleciendo contactos que conduzcan a una pareja a unir sus vidas en matrimonio. En ciertas culturas, es una profesión y una función que se ejerce a solicitud de parte. Algunos, más osados, ofrecen sus servicios; que, por supuesto, requiere del consentimiento de los involucrados.

El casamentero, también llamado «celestino», no se resiste: vive presentando amigos. En mi caso, el “casamentero» fue mi concuñado Ariel, quien llevó a cabo sus buenos oficios creando condiciones de contacto, encuentros y desarrollo de la amistad. Gracias a Dios, Dorita y yo tenemos muy bendecidos 43 años de matrimonio y una linda familia.

Siempre guardamos profunda gratitud a Ariel, quien fue usado por Dios para unir nuestras vidas. La sociedad en los días de Pablo no consideraba las preferencias personales como base de un pacto matrimonial, por lo tanto, el casamentero tenía que analizar el árbol genealógico, así como la posición social y financiera de los novios en perspectiva.

Pablo dice a la iglesia de Corinto que estaba preocupado por ella. El la veía como novia de Cristo en perspectiva. Quería llevarla y presentarla a Cristo como pura y casta; una virgen comprometida para un solo esposo en amor y en fidelidad.

Así, Pablo utiliza varias figuras para referirse a la iglesia. En ese caso, como también cuando escribió a los efesios, el matrimonio representa la unión entre Cristo y la iglesia por medio de una boda y una fiesta.
Es el sacrificio de Cristo el que crea una comunidad de santos. «El orgullo transformó a los ángeles en demonios, en tanto que la humildad, al aceptar los méritos de Cristo, transforma a los pecadores en santos»
(Agustín de Hipona).

Los servicios del apóstol son limitados, pero los del Novio son ilimitados. Cristo vela por la novia, la perdona, la protege, la prepara, la ayuda a ser fiel y misionera. Aunque existen males en la novia, «la iglesia ha de ser en estos postreros días luz para un mundo que está contaminado y corrompido por el pecado. La iglesia, debilitada y deficiente, que necesita ser reprendida, amonestada y aconsejada, es el único objeto de esta tierra al cual Cristo concede su consideración suprema» (La iglesia remanente, p. 711).

Con un casamentero como Pablo, ¡cómo no casarse con un Novio corno Jesús! Ahora, cada día… ¡y por la eternidad!

Bruno Raso es un líder de destacada trayectoria, que ha servido como pastor distrital, administrador, evangelista y orador del programa "Reavivados por su Palabra". Actualmente se desempeña como vicepresidente de la División Sudamericana.