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“Máquina”

“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”

Isaías 55:11

Estaba volviendo de viaje de una provincia del interior. Había llegado a la capital con mi valijita y me senté en una plaza a esperar a la amiga que me iba a hospedar.

En el viaje, había orado para que Dios me permitiera hablar de su amor con alguna persona.

“Me dicen ‘Máquina’ ”, me comentó relajadamente a modo de presentación, mientras se acomodaba en un banco que compartimos por dos horas.

Le faltaban algunos dientes; le sobraba barba desgreñada y experiencia de esa ganada a los golpes entre el humo de varias cosas que nunca probé.

Y después de arte, política, historia y religión, llegamos al tema de Juan 3, porque los dos de alguna forma habíamos nacido de nuevo. Él por la epilepsia, yo por una decisión. Él me recomendaba un libro nuevo de un autor secular mientras yo luchaba para que creyera aunque sea en el versículo 16 subrayado en mi Biblia vieja.

Lo acompañaban una guitarra criolla y un nerviosismo que lo hacía pararse a cada rato para ir a pedirle a alguna persona que le regalara su cigarrillo necesario. Oré para que pudiéramos tener una buena conversación y, aunque amagó varias veces, no llegó a fumar en ningún momento, porque la charla lo “entretenía” y se le “iba la ansiedad”. En algunos momentos, conversaba animado y, otras veces, entre meditabundo y callado, se quedaba mirando los caballos estáticos que peleaban en una estatua en medio de la fuente de la plaza. ¡Cuántas cosas peleaban en su anciana cabeza también!

Era gnóstico, aparentemente exiliado en su propio país (como a él le gustaba decir), pero pude compartir un amor que él no estaba acostumbrado a percibir. Sus lágrimas no mentían.

Nunca más lo vi, pero tampoco olvidé su mirada perdida.

Al final, le quedaba bien el apodo, aunque fuese un poco presuntuoso. Generó movimiento, uno que tú y yo podemos imitar.

Alcanzó con entregarle un libro misionero que hablaba acerca de la esperanza para que él enseguida comenzara a hojearlo.

No sé si lo leyó. Algunas cosas las sabremos recién en el cielo.

¿A quién le puedes hablar del amor de Dios hoy? Algunas veces alcanza con orar y disponer un rato de nuestro tiempo libre para que las personas que están necesitadas se acerquen voluntariamente. Su palabra no volverá vacía.

Carolina Ramos es oriunda de Entre Ríos, Argentina, y está terminando sus estudios para ser maestra de inglés, maestra de música y traductora. Disfruta de trabajar en los diferentes ministerios de la iglesia, especialmente con los niños y adolescentes. También le gusta viajar, acampar, estar en la naturaleza, leer, tocar el piano y el oboe, y cantar. Carolina procura siempre extraer lecciones de lo chiquito y de lo grande, ver al Dios de los milagros presente en cada ámbito de nuestra vida; y espera con ansias la Segunda Venida.