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De la mano del Señor

“El Señor dirige los pasos del hombre y lo pone en el camino que a él le agrada; aun cuando caiga, no quedará caído, porque el Señor lo tiene de la mano”

Salmos 37:23, 24

Las manos más cálidas y tiernas que he sentido entre las mías son las de mi nieta. Cuando era pequeñita y se quedaba a mi cuidado, solíamos caminar en el pequeño jardín de la casa. Era realmente enternecedor sentir que buscaba mi mano para encontrar seguridad en el camino. Algunas veces, sus pequeños pies tropezaban y, cuando estaba a punto de caer, se afe­rraba a mi mano con un apretón; yo correspondía a su gesto y, tomándola con fuerza, la ponía nuevamente de pie. En seguida continuábamos el camino. 

Tal vez esta vivencia sea un pálido reflejo del cuidado que Dios tiene con nosotras; él conoce el camino y anhela llevarnos por él hasta el destino final que hemos elegido: la patria celestial. Es cierto que tropezamos, pero no nos caemos, porque él nos toma de la mano y nos aprieta con fuerza. Cuando su mano nos sostiene, nuestra debilidad encuentra un soporte seguro; es así como podemos levantarnos y continuar.

La vida es un camino sin atajos, que solo se puede recorrer yendo hacia ade­lante. A veces nuestros pasos son seguros, sobre todo cuando el camino nos es propicio (buena salud, buenas relaciones personales, estabilidad económica); entonces aligeramos el andar y todo parece indicar que llegaremos al final bien y pronto. Otras veces, sin embargo, el sendero se torna irregular, surgen los escollos, y es cuando tropezamos y corremos el riesgo de caer. Es ahí, justo ahí, cuando, por medio de la fe, podemos tener la seguridad de que Dios estira su brazo para alcanzarnos, aunque nos encontremos en el fondo del pozo profundo de la desesperanza. 

Sujetas de la mano de Dios, nunca estaremos indefensas: 

  • Resistiremos la tentación y estaremos libres de pecado. 
  • Sabremos que llegaremos a nuestro destino sanas y salvas.
  • La desesperanza se transformará finalmente en esperanza.
  • El camino se allanará y el paso se aligerará.
  • Ayudaremos a otros a encontrar el camino. 
  • Por eso, nunca te sueltes de su mano.

Erna Alvarado Poblete es licenciada en Pedagogía y Psicología educativa; tiene un máster en Relaciones familiares y estudios de postgrado en Desarrollo humano. Es conferencista y autora de varios libros, entre ellos Reflexiones para la mujer, de este mismo sello editorial. Aunque nacida en Chile, lleva cuarenta años viviendo en México.