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¿Qué venían discutiendo?

“Llegaron a Capernaúm. Cuando ya estaba en casa, Jesús les preguntó: –¿Qué venían discutiendo por el camino?”

Marcos 9:33, NVI

Con mi hermana solíamos pelear muchísimo cuando éramos chicas, especialmente en los viajes. La parte trasera del auto se dividía en dos para evitar el contacto. ¡Que a una no se le ocurriera ocupar el espacio de la otra, porque se armaba la guerra! Una vez, llegamos a casa luego de un viaje en que habíamos cansado a nuestros padres con nuestras continuas peleas. Al reprendernos, la pelea pareció muy tonta y sin sentido, ahora que teníamos todo el espacio del mundo…

Los discípulos muchas veces también se comportaban como niños desagradecidos y cansadores. Jesús estaba intentando comunicarles noticias de su sacrificio, y ellos seguían empecinados en ocupar los lugares más importantes en un reino que no habían entendido y que poco espacio tenía para ellos con esa actitud.

“Si Lucifer hubiese deseado realmente ser como el Altísimo, jamás habría abandonado el puesto que le había sido señalado en el cielo; porque el espíritu del Altísimo se manifiesta sirviendo abnegadamente. Lucifer deseaba el poder de Dios, pero no su carácter. Buscaba para sí el lugar más alto, y todo ser impulsado por su espíritu hará lo mismo” (El Deseado de todas las gentes, pp. 402, 403).

La discordia, la envidia y la sed de poder son características de un reino caído, no del Reino de los cielos. Jesús había venido a servir, a humillarse hasta lo sumo, y sus verdaderos segundos en el Reino debían caracterizarse por eso también.

¡Qué tonta les debe haber parecido su actitud una vez que comprendieron el plan de salvación y el rol que debían ocupar! ¡Cuánto vemos que se esmeraron en cambiar su conducta una vez que entendieron en qué consistía el “viaje”! Jesús aún tenía mucho por enseñar. Hoy también.

¿Será que estamos peleando por dominar unos centímetros de asiento cuando Dios quiere que sirvamos en varios kilómetros a la redonda? Podemos aspirar al poder en nuestro trabajo, en nuestras relaciones interpersonales e incluso (algo que sucede muy a menudo) en la iglesia. Pero ¿acaso al actuar así no estamos queriendo el poder de Dios, pero no su carácter?

Ojalá hoy podamos hacer un examen profundo de conciencia e identificar las áreas de nuestra vida en que también venimos “discutiendo por el camino”. Ojalá nos animemos a ocupar los puestos más “elevados” de servicio en nuestro entorno y nos parezcamos más a Jesús.

Carolina Ramos es oriunda de Entre Ríos, Argentina, y está terminando sus estudios para ser maestra de inglés, maestra de música y traductora. Disfruta de trabajar en los diferentes ministerios de la iglesia, especialmente con los niños y adolescentes. También le gusta viajar, acampar, estar en la naturaleza, leer, tocar el piano y el oboe, y cantar. Carolina procura siempre extraer lecciones de lo chiquito y de lo grande, ver al Dios de los milagros presente en cada ámbito de nuestra vida; y espera con ansias la Segunda Venida.