Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.
Juan 12: 32
¿QUÉ DEBIERA HACER UNA PERSONA cuando sabe que solo tiene unos pocos días de vida?
Dice la Escritura que seis días antes de su muerte Jesús fue «a Betania, donde vivía Lázaro» (Juan 12: 1). Para nadie era un secreto que Lázaro y sus hermanas, María y Marta, ocupaban un lugar muy especial en el corazón de Jesús. Y, por supuesto, también era grande el amor que ellos sentían por el Salvador. ¿Qué Otra cosa podían sentir hacia quien había hecho tanto por ellos?
Y es que apenas pocos días antes Lázaro había sido resucitado por Jesús, después de estar cuatro días en el sepulcro (ver Juan 11: 17). Este hecho despertó en María y Marta la más profunda gratitud hacia Jesús, como bien lo demostraron en una cena que se celebró en su honor (Juan 12:2-3). Pero también provocó que los líderes religiosos judíos decidieran matar tanto a Lázaro (vers. 9-11) como a Jesús (ver Juan 11: 45-50).
En medio de este ambiente enrarecido, la Biblia registra que esa última semana, probablemente el martes, unos griegos se acercaron a Felipe, uno de los discípulos, con el siguiente pedido: «Queremos ver a Jesús» (Juan 12: 21). ¿Unos griegos queriendo ver al Salvador? Cuando Jesús nació, unos magos vinieron del Oriente, para honrarlo; ahora, en el ocaso de su vida, unos griegos, del Occidente, quieren verlo. Pesebre y Calvario. Belén y Jerusalén: ¿cómo separar lo que Dios ha unido?
La entrevista fue concedida. No tenemos todos los detalles, pero sabemos que en la petición de estos extranjeros Cristo vio un anticipo de los frutos de su sacrificio: «Ha llegado la hora», dijo, «para que el Hijo del hombre sea glorificado» (vers. 23).
¿Glorificado? En cuestión de días sería crucificado, ¿y Jesús habla de gloria? ¿Qué gloria puede haber en una cruz? La gloria de la cruz consiste en que la sangre que en ella derramó el Hijo de Dios tiene poder para perdonar y salvar a judíos y griegos, a hombres y mujeres de todos los rincones de la tierra y de todas las edades, tal como lo anunció el profeta: «Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará sobre sí las iniquidades de ellos» (Isa. 53: 11).
«Queremos ver a Jesús», dijeron los griegos. ¿Y qué les respondió Jesús? Algo así como: «Si quieren verme, estaré en el monte Calvario, colgado de una cruz».
Y tú, ¿también quisieras ver a Jesús?
Gracias, Señor Jesús, por tu sacrificio en la cruz del Calvario. Ahí encuentro perdón para mis pecados, y poder para vivir de un modo que glorifique tu nombre. ¡Por nada del mundo quiero perder de vista esa cruz!