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Motín en el Bounty

Devocional adventista para adoslescentes 2022

Todos los que tomen espada, a espada perecerán.

Mateo 26: 52, RV95

Probablemente has oído hablar del motín en el Bounty. Se han escrito libros y se han hecho películas sobre esta historia rebosante de conspiración, traición y asesinato. La mayoría de los marineros de aquella época no eran tipos muy agradables. Maldecían, bebían, jugaban y se peleaban todo el tiempo. Los barcos en el mar eran como pequeñas ciudades con sus propios gobiernos. El capitán era a la vez rey y verdugo; podía hacer que te azotaran si no le gustaba cómo lo mirabas, y podía hacerte caminar por la pasarela si sospechaba que estabas tramando un motín. El capitán William Bligh del HMS Bounty era ese tipo de hombre.

Al intentar llevar un cargamento de frutos del árbol del pan desde Tahití a las Indias Occidentales, se había ganado demasiados enemigos a bordo de su barco. Tras pasar cuatro o cinco meses en la hermosa isla de Tahití, el capitán ordenó a los hombres que regresaran al barco y se prepararan para zarpar. Sin embargo, Fletcher Christian tenía otros planes. El 28 de abril de 1789, él y veinticinco marineros se amotinaron y tomaron el control del barco. En represalias por el horrible trato que creían haber recibido del capitán Bligh, lo dejaron a la deriva en un bote salvavidas con dieciocho de sus partidarios. Luego partieron en busca de un hogar en el paraíso.

Dieciséis tripulantes decidieron quedarse en Tahití, aunque el riesgo de ser capturados por las autoridades británicas era alto. Christian y otros ocho, junto con dieciocho hombres y mujeres tahitianos, partieron en busca de un lugar en alguna isla tropical paradisíaca donde nunca los encontrarían. La isla de Pitcairn parecía ser el lugar ideal, a casi 1,600 kilómetros (1,000 millas) al este de Tahití. Tras quemar el Bounty, se instalaron en Pitcairn en 1790, pero sus problemas no terminaron ahí. La enfermedad los acosaba, y cuando empezaron a fabricar licor en la isla, no hicieron más que beber y pelear. Peleándose por las mujeres que habían traído consigo, se mataron entre ellos, uno a uno. Finalmente, solo quedó un hombre de los amotinados originales: John Adams. En 1808, los marineros de un barco ballenero desembarcaron y encontraron a Adams y a una comunidad de mujeres y niños. El sueño de los amotinados de encontrar un lugar en el paraíso donde pudieran vivir como reyes se había esfumado. Cada uno había pagado el precio de sus pecados, y el propio Adams era un frágil anciano.

Esta historia es para aquellos que se engañan creyendo que podemos pecar y no pagar el precio. Jesús dijo a sus discípulos que todos los que viven por la espada morirán por la espada. Los hombres de la isla de Pitcairn son un ejemplo perfecto de las palabras de Jesús hechas realidad.

Bradley Booth ha enseñado en escuelas adventistas de los Estados Unidos, África, Rusia y Tailandia. Actualmente es el director de The Story Tellers Ministry, que ayuda a enseñar el arte de escribir historias antiguas que siguen siendo importantes hoy. La oración del Dr. Booth es que sus libros inspiren a los lectores a mantenerse de parte de Jesús tanto en los buenos como en los malos tiempos.