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El Fenómeno del Dust Bowl

Devocional adventista para adoslescentes 2022

¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia?

Romanos 8: 35, NVI

Nuestro planeta se ve constantemente azotado por tormentas. Tormentas de lluvia, tormentas de nieve, tormentas eléctricas, tormentas de granizo, tormentas de rayos, tormentas de polvo… ¿Tormentas de polvo? A menos que vivas en un lugar con mucha arena, probablemente nunca hayas visto una. Las tormentas de polvo, o de arena, pueden ser bastante malas, especialmente si no sabes qué hacer cuando te encuentras rodeado por una.

Antiguamente, las Grandes Llanuras de los Estados Unidos estaban cubiertas por la hierba de las praderas, que mantenía la humedad en la tierra y evitaba que el suelo se desprendiera en gran parte, incluso durante los periodos de sequía. Sin embargo, a principios del siglo XX, los granjeros habían arado gran parte de las praderas con el recién inventado tractor. Sembraron tanto trigo en la década de 1920 que la producción de trigo aumentó en un 300%. Durante este periodo, una grave sequía se extendió por la región.

A medida que los cultivos morían, los vientos comenzaron a arrastrar el polvo de las tierras excesivamente aradas y pastoreadas. Y la situación empeoró. El número de tormentas de arena pasó de 14 en 1932 a 28 en 1933. Las tormentas aumentaron en fuerza, ocasionando una de las peores destrucciones que tierras de cultivo hayan visto jamás. El 11 de mayo de 1934, una enorme tormenta de polvo envió millones de toneladas de tierra a través de las resecas Grandes Llanuras. Durante dos días, los fuertes vientos arrastraron unos 350 millones de toneladas de cieno desde el norte de las Grandes Llanuras hasta la costa este, incluso hasta Nueva York, Boston y Atlanta.

Desgraciadamente, el torbellino obligó a miles de familias a abandonar sus hogares en Texas, Arkansas, Oklahoma y Kansas, lo que los obligó a emigrar al oeste. El desánimo por la tormenta reflejaba la época. La nación agonizaba con la peor depresión económica de su historia, y pronto entraría en la Segunda Guerra Mundial, posiblemente el acontecimiento más destructivo de la historia del mundo. Los estadounidenses estaban cansados, y tenían miedo y hambre.

Pero había algo en el espíritu americano que no se rendía. Las tormentas y el hambre no podían disminuir las ganas de luchar por seguir adelante. Y cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, el peligro tampoco pudo hacer tambalear el sueño americano. Superarían los tiempos difíciles de las tormentas de arena, la depresión y el peligro con la ayuda de Dios; así como tú puedes superar los tuyos con la ayuda de Dios también.

Bradley Booth ha enseñado en escuelas adventistas de los Estados Unidos, África, Rusia y Tailandia. Actualmente es el director de The Story Tellers Ministry, que ayuda a enseñar el arte de escribir historias antiguas que siguen siendo importantes hoy. La oración del Dr. Booth es que sus libros inspiren a los lectores a mantenerse de parte de Jesús tanto en los buenos como en los malos tiempos.