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El Tesoro Escondido

Devocional adventista para adoslescentes 2022

Si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios.

Proverbios 2:4, 5, LBLA

¿Sueñas con encontrar algún día un tesoro escondido? Es bastante improbable que lo encuentres, pero se sabe que hay barcos con tesoros hundidos que aún no se han encontrado, y la gente sigue buscándolos. Por ejemplo, en julio de 1715, una flota de once barcos españoles partió de La Habana, Cuba, hacia España. Conocida como Flota de la Plata de 1715, los once barcos llevaban toneladas de monedas de oro y plata por valor de unos 14 millones de pesos, unos 500 millones de dólares de hoy. Ya era temporada de huracanes, así que los barcos se quedaron cerca de Florida, Estados Unidos, para protegerse en caso de tormenta.

Pocos días después, el 31 de julio, un violento huracán golpeó casi sin previo aviso. Por supuesto, los capitanes se esforzaron por salvar los barcos, pero uno a uno se fueron hundiendo. El Nuestra Señora de la Regla se hundió con doscientas personas y 120 toneladas de monedas a bordo. El Santo Cristo de San Román se hundió con ciento veinte tripulantes a bordo. Se calcula que mil personas perdieron la vida cerca de lo que hoy es Cabo Cañaveral. Sin embargo, hubo algunos supervivientes. Al final se supo de la existencia del barco y se enviaron suministros de emergencia. También acudieron equipos de salvamento y se recuperó alrededor del 80% del oro y la plata. El resto no se descubrió hasta casi doscientos cincuenta años después. Incluso hoy en día, siguen apareciendo de vez en cuando en las playas de Florida objetos y monedas de plata.

Es una historia escalofriante. Esos barcos de madera se rompían contra los arrecifes, con muchos hombres a bordo. Era un negocio peligroso: los piratas merodeaban por mar abierto; les afectaban físicamente la mala higiene, su horrible dieta de galletas y carne de cerdo salada y las enfermedades tropicales; huracanes destrozaban sus barcos… No es de extrañar que aquellos navegantes fueran tan supersticiosos. Por no hablar de sus temores a los monstruos marinos gigantes y al fin del mundo.

Si valoramos la Palabra de Dios tanto como la gente valora las joyas y el oro, daremos cualquier cosa para conseguirla y conservarla, y hasta llegaremos a arriesgar la vida por ella. Miles de personas han hecho eso a lo largo de los siglos. La Biblia ha sido custodiada a un gran costo. Se ha traducido y compartido en las zonas más remotas de la tierra. Su valor está muy por encima del de los rubíes, la plata o el oro.

Bradley Booth ha enseñado en escuelas adventistas de los Estados Unidos, África, Rusia y Tailandia. Actualmente es el director de The Story Tellers Ministry, que ayuda a enseñar el arte de escribir historias antiguas que siguen siendo importantes hoy. La oración del Dr. Booth es que sus libros inspiren a los lectores a mantenerse de parte de Jesús tanto en los buenos como en los malos tiempos.