Era un varón bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe.
Hechos 11: 24
POCAS VECES SUCEDE QUE UN APODO, en lugar de destacar un defecto, realce una cualidad, pero eso fue exactamente lo que ocurrió en el caso de un levita nacido en Chipre: su verdadero nombre era José, pero todos lo llamaban Bernabé: «Hijo de consolación».
La primera vez que escuchamos de él en el Nuevo Testamento, lo vemos vendiendo una propiedad con el fin de ayudar a la gente necesitada en la iglesia de Jerusalén. ¡Vaya ejemplo de liberalidad! No sabemos si tenía varias y donó una de ellas. Pero, en cualquier caso, ¿cuántos están dispuestos a vender una propiedad solo para ayudar a otros? Pero así era José; es decir, Bernabé.
Luego lo vemos intercediendo ante los cristianos de Jerusalén para que pusieran a un lado sus temores y aceptaran a Saulo de Tarso como hermano en Cristo. Esta no era tarea fácil pues, como sabemos, Saulo había aterrorizado a las iglesias antes de su encuentro con el Señor camino a Damasco. ¿Qué hizo Bernabé para ayudarlo? «Bernabé se encargó de llevar a Saulo ante los apóstoles, y allí les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino, cómo había hablado con él, y con qué valor había predicado en Damasco en el nombre de Jesús» (Hech. 9:27). ¡Con razón a Bernabé lo llamaban «Hijo de consolación»!
Pero el servicio de Bernabé no termina ahí. Más adelante leemos de la manera maravillosa como Dios prosperó la obra de la predicación en Antioquía. «La mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor» (Hech. 11:21). ¿A quién enviaron los dirigentes de la iglesia para que ayudara? ¡Ya lo adivinaste! A Bernabé (ver Hech. 11. 19-23).
Finalmente, encontramos a Bernabé en una situación compleja: hay un desacuerdo entre él y Pablo acerca de si conviene dar al joven Marcos una segunda oportunidad. Durante su primer viaje misionero, Marcos había desertado (ver Hech. 13: 13). Ahora los dos predicadores se disponen a realizar su segundo viaje misionero. ¿Quién crees que propuso dar al joven Marcos una segunda oportunidad? ¡También adivinaste! Bernabé.
Gracias a esa «segunda oportunidad», hoy tenemos el Evangelio según San Marcos. Y— ¡qué interesante! —, gracias a esa segunda oportunidad el mismo apóstol Pablo, cuando esperaba su martirio en una cárcel romana, le escribió a Timoteo: «Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio» (2 Tim. 4: 11).
Ahora entendemos por qué, al hablar de Bernabé, la Escritura dice que «era un varón bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe» (Hech. 11:24). Definitivamente, es mejor ser buenos que ser grandes!
Padre amado, oro a ti para que hagas de mi una persona buena, llena del Espíritu Santo y de fe. Al igual que el Señor Jesús, quiero vivir, no para ser servido, sino para servir.