Dios dice: ‘Dejen de pelear y acepten que yo soy Dios. Yo gobierno a las naciones, y controlo al mundo entero.
Salmos 46:10, PDT
La mayoría de las Biblias traducen este versículo usando la frase “quédense quietos», en lugar de «dejen de pelear”. Por eso, generalmente la interpretamos como un llamado a pasar tiempo a solas con Dios, a desacelerar y oír su voz. Obviamente, ¡esta es una idea excelente! Sin embargo, este versículo tiene mucho más para enseñarnos. Cuando prestamos atención al contexto, enseguida notamos que los versículos que rodean al texto hablan de guerras y conflictos bélicos.
¡La frase «dejen de pelear» encaja mucho mejor! Dios está hablando en primera persona aquí, diciendo: “Dejen de oponerse y pelear contra mí. Yo soy Dios: ustedes nunca lograrán ganarme”. Como escribe James Boice en sus comentarios expositivos, este versículo “nonos aconseja que llevemos una vida contemplativa, por más importante que esta sea […] sino que dice: «Bajen sus armas, ríndanse y reconozcan que Yo soy el único y victorioso Dios”.
En realidad, este versículo se parece mucho a lo que Dios le dijo a Pablo: «¡Detente y deja de dar coces contra el aguijón!» (Hech. 26:14). Me pregunto en qué áreas de mi vida estoy golpeándome la cabeza contra la pared, una y otra vez, sin notar que estoy peleando contra Dios. Cuando Jacob peleó contra el Ángel en Peniel, un simple toque en su cadera le demostró que no podía ganar la batalla con sus fuerzas (Gen. 32:25).
Jacob ganó cuando se rindió, cuando se dio cuenta de la dimensión espiritual de lo que estaba haciendo y cuando, de rodillas, pidió una bendición. El Salmo 46 comienza con estas palabras: “Dios es nuestro refugio y fortaleza. Él siempre está dispuesto a ayudarnos en los momentos difíciles” (Sal. 46:1, PDT). Esta es una invitación a dejar de pelear contra Dios, a no depender de nuestras fuerzas y a encontrar refugio y descanso en él.
Al final de cada verso, en el Salmo 46, encontramos la palara “Selah”. Esta palabra posiblemente era una indicación para que los músicos hicieran una pausa, permitiéndole a la congregación contemplar lo que acaban de cantar. Te propongo que hagamos una pausa de oración ahora, para notar y rendir las áreas en las que estamos luchando contra Dios.
Señor, quiero que mi corazón te pertenezca por completo. Si hay áreas de mi vida en las que estoy luchando en contra de tu voluntad, te ruego que me lo muestres, aun si esa revelación llega a través de los comentarios críticos que otros hacen de mí. No quiero perder tiempo y energía en una batalla inútil. Me rindo por completo a tu voluntad. ¡Estoy dispuesta a recibir tu corrección!