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Un glorioso día

Devocional adventista para adultos 2022

Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido.

1 Corintios 13:12

«AUNQUE YA UNA CARTA DE CUMPLEAÑOS va en camino escribió Dietrich a su enamorada—, no puedo resistir escribirte de nuevo. De hecho, me gustaría escribirte una carta de cumpleaños cada día… ».

Quien escribe es Dietrich Bonhoeffer, pastor, teólogo, profesor universitario y, en ese momento, prisionero de Hitler. La enamorada es María von Wedemeyer-Weller, su prometida desde enero de 1943. La carta de felicitación por su cumpleaños sirve también para agradecerle a María por él ánimo que sus cartas le han dado, y para decirle lo mucho que siente no poder decirle esas cosas en persona: «Todavía tendré que seguir escribiendo —le dice-, ¿pero durante cuánto tiempo?».*

La verdad es que no escribiría por mucho más tiempo. El 9 de abril de 1945 Bonhoeffer moriría ahorcado por los nazis en el campo de concentración de Flossenburg, Alemania. Tenía solo 39 años.

Una vida, por cierto, muy corta. ¡Pero de cuánta inspiración para todos los que estuvieron en contacto con él, incluso en la prisión! Tanto en la cárcel como en los campos de concentración donde estuvo recluido, Bonhoeffer ministró a los enfermos y a sus compañeros de prisión, al expresar palabras de ánimo a los ansiosos y deprimidos, y compartir con ellos el evangelio de Jesucristo. Se cuenta que incluso los guardias encargados de vigilarlo fueron grandemente impresionados por su conducta, a la vez abnegada y valerosa. De hecho, ¡fueron esos mismos guardias los que ayudaron a sacar de la prisión las cartas y escritos de Bonhoeffer que hoy podemos leer!**

¿Por qué Bonhoeffer tuvo que morir tan joven, de una forma tan violenta, y a manos de un régimen tan cruel? ¿No podía Dios haber conservado su vida? Pocos días después de su muerte el campo de concentración en Flossenburg fue liberado por los Aliados… Unos días más y su vida se habría salvado. Pero no ocurrió así. ¿Por qué? Quizá la respuesta está en la carta a Maria: ahí le dice que Dios altera nuestros planes, «para que se cumplan los suyos, los mejores planes que él tiene para nosotros».

Quizá, pero hay una cosa que sí sabemos sin la sombra de una duda: aunque ahora vemos oscuramente, ¡un bendito día veremos «cara a cara»! Ese día, «las cosas difíciles de entender recibirán entonces explicación; y donde nuestro entendimiento finito no descubría más que confusión y planes fallidos, veremos la más perfecta y hermosa armonía» (El camino a Cristo, cap. 12, pp. 169-170).

¿Cuánto falta, Señor, para ese glorioso día? Bendito Dios, cuánto anhelo el día glorioso cuando todas nuestras dudas serán aclaradas; ¡el día cuando finalmente veremos el rostro de nuestro amado Salvador!

*Wayne Whitson Floyd, the Wisdom and Witness of Dietrich Bonhoeffer, Fortress Press, 2000, p. 100. **G. Leibholz. «Memoir», en Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship, Touchstone, 1995, p. 18.

Fernando Zabala, ya jubilado, ha servido como profesor, pastor, rector universitario, conferencista, editor y exdirector de la revista "Prioridades", además de ser el autor de varios libros, entre los que se destacan "Todo no da igual, A pesar de nuestras diferencias, me casaría de nuevo contigo y Saber vivir". Fernando Zabala está casado con Esther y juntos tienen dos hijos: Fernando Jr. y Mayerling; y tres nietas: Alexa, Amber y Annabella.