Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre.
Lucas 11:9, 10
Imagina que sales de casa a visitar a alguien, viajas durante horas en coche o en autobús, transitas unos minutos más a pie, y cuando por fin llegas a la puerta de la casa y tocas el timbre, no obtienes respuesta.
Golpeas las palmas, gritas el nombre en voz alta, vuelves a tocar el timbre… Nada. No hay nadie en casa. ¡Qué decepción!, ¿verdad?
Pedir y no recibir, buscar y no encontrar, o tocar y no ver que se abra no es bueno. ¿Alguna vez has estado en una situación como esta? Tal vez pediste ayuda a alguien y obtuviste un “no” por respuesta.
Si alguna vez has experimentado esto, sabes lo malo que es ese sentimiento. En el versículo de hoy, Jesús nos hace una promesa: Dios nunca nos dejará sin respuesta. Cada vez que necesitamos su auxilio, él está listo para ayudarnos.
Sin importar la hora del día o de la noche, nunca dejarás de ser atendido. ¡Esto es demasiado bueno! ¿Qué necesitas hoy? Dios está a la puerta de tu corazón, listo para entrar y ayudarte en todo. No lo dejes esperando, sin respuesta.
Ábrele, y disfruta de sus bendiciones para tu vida hoy y siempre.
