Cuando una persona le haga una promesa […], deberá cumplir su palabra.
Números 30: 2
Cuando Ananías y Safira vieron que los hermanos de la iglesia daban ofrendas para ayudar a los necesitados, sintieron el deseo de ayudar también.
Entonces hicieron una promesa: venderían un terreno que tenían, y todo el dinero que ganaran con la venta lo entregarían a la iglesia.
Ananías y Safira, al principio, hicieron como habían prometido: vendieron el terreno y cobraron el dinero. Pero cuando vieron que el dinero era mucho, no quisieron darlo todo a la iglesia.
Ese fue el problema, porque habían prometido que lo darían todo. Así que decidieron dar solo una parte, y quedarse ellos con el resto. Pero no le dijeron a nadie su cambio de actitud.
Ananías y Safira pensaron que nadie se iba a dar cuenta de que estaban ocultando parte del dinero. Pero Dios sí se dio cuenta de la mentira. ¿Qué crees que habría sucedido si hubieran sido sinceros? Sí. Dios estaría feliz y los hermanos de la iglesia habrían comprado alimentos y ropa para los necesitados.
Quizás al orar alguna vez le dijiste a Dios que irías a la iglesia o que te portarías bien. Debes cumplirlo. Si es algo difícil de cumplir, puedes pedirle a Jesús que te ayude, o mejor no hagas ninguna promesa, solo intenta dar lo mejor de ti.
Querido Dios, ayúdame a cumplir las promesas que hago.
Actividad: Comenta con tu familia qué promesas se pueden hacer y cuáles es mejor no hacer. ¿Por qué es importante cumplir lo que prometemos?