Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.
Romanos 8:28
Era el momento de la vacunación de los animales. Había gendarmes de la ciudad en las escuelas públicas ayudando con la campaña. Con un puesto de vacunación muy cerca de casa, Breno y su padre caminaron para llevar a Muky a recibir su dosis.
El beagle de la familia salió feliz de la casa, creyendo que esta sería una salida ordinaria. El perrito no tenía idea de lo que le esperaba a la vuelta de la esquina.
Cuando llegó el turno de Muky, el padre de Breno lo tomó en sus brazos. En ese momento, el animal finalmente pareció entender lo que estaba pasando. Sus orejas estaban caídas, y su mirada triste estaba fija en los ojos de Breno, demostrando que quería salir de allí. Breno, lo tranquilizó:
“¡No estés así, amigo! ¡Es por tu propio bien!”
No funcionó. Muky volvió a casa abatido, y no se dio cuenta de que ese pequeño pinchazo podría librarlo de una enfermedad, de un problema mayor.
A veces, somos como Muky: olvidamos que “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman”, y no podemos entender por qué suceden ciertas cosas.
Debemos recordar que todas las cosas, agradables o no, terminan convirtiéndose en bendiciones para nosotros, pues Dios tiene un propósito para todo lo que sucede en la Tierra. Solo necesitamos confiar en él y dejar todo en sus manos.
¿Hay algo en tu vida que realmente no te gusta? ¡Ponlo en las manos de Dios y confía en él!