Tu conducta fue perfecta desde el día en que fuiste creado hasta que apareció en ti la maldad.
Ezequiel 28:15
Para ser feliz, una familia necesita amor, armonía, paciencia, paz, alegría y respeto. Cuando falta alguno de estos elementos, comienzan a surgir problemas.
La familia de Dios vivía en paz.
Miles de ángeles lo adoraban y lo servían por amor. El más importante de ellos se llamaba Lucifer, que significa “Ángel de luz”. Sin embargo, algo extraño sucedió: de una manera que nadie puede explicar, la terrible mancha del pecado apareció en el corazón de este ángel perfecto, que empezó a hacer cosas malas y a decir que Dios no era bueno y que era demasiado exigente.
De hecho, Lucifer quería ser más importante que Dios. Su corazón estaba lleno de orgullo, y lo peor es que, aun con la ayuda divina, decidió no retractarse. Así engañó a la tercera parte de los ángeles.
Hubo una guerra en el cielo. Lucifer y todos los ángeles que creyeron sus mentiras fueron expulsados de allí (Apoc. 12:9). Este ángel malvado se convirtió en enemigo de Dios. Hoy, su placer es tentar a las personas, hacerlas caer en el pecado y alejarlas del Creador.
Antes de expulsar a Lucifer del cielo, Dios intentó varias veces que se diera cuenta de lo equivocado que estaba. Pero el corazón de este ángel se endureció como una piedra y decidió no arrepentirse.
No sigas el ejemplo de Lucifer. Pide un corazón de carne, no de piedra.
Que palpite de amor, perdón, alegría y todo lo bueno que viene de Dios. Entonces, tú y tu familia serán felices.