La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la alumbra el resplandor de Dios, y su lámpara es el Cordero.
Apocalipsis 21:23
Las Vegas, París y Tokio se encuentran entre las ciudades más iluminadas del mundo. La cantidad de puntos de luz, paneles electrónicos, lámparas LED y letreros intermitentes es grande. Esto llama la atención y atrae a muchos turistas.
Toda iluminación, incluidas las luces utilizadas en estas ciudades, necesita una fuente de energía. El agua, el aire, el sol, el carbón y el petróleo son algunas de las materias primas que se utilizan para producir energía.
Según el Apocalipsis, en la ciudad de Dios no habrá luz artificial, ni el sol ni la luna brillarán allí. ¿Quedaremos a oscuras? ¡Claro que no! La lámpara del cielo será la misma gloria de Dios, que iluminará todo y a todos.
Hasta que tú y yo lleguemos al cielo, deja que los rayos de la luz de Dios iluminen tu vida, expulsando las tinieblas del pecado. Entonces serás feliz y reflejarás la luz de Dios por donde andes.
“Ningún lenguaje, ninguna pluma, puede expresar ni describir el poder y la majestad de Cristo. La gloria del Padre eterno envuelve a su Hijo.
El esplendor de su presencia llena la ciudad de Dios, rebosando más allá de las puertas e inundando toda la tierra con su brillo” (La segunda venida y el cielo, p. 195).