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Booz

Noemí tenía un pariente por parte de su esposo Elimelec, que se llamaba Booz y era muy rico e influyente.

Rut 2:1

Desde la perspectiva humana, el panorama para Noemí y Rut era desolador, pero Dios tenía un plan en el que Booz iba a usar su influencia y riqueza para transformar para bien la situación de ambas.

Rut decidió ir a trabajar a un campo. No hacía ningún mal, pues esa era la provisión de la Ley de Dios a favor de los pobres y los extranjeros.

Rut se dirigió a trabajar al primer lugar que le fuera accesible, pero Dios guio sus pasos justo al lugar del que Booz era dueño. ¿Casualidad? No. Cuando dependes de Dios, él te guía al mejor lugar.

Israel tenía una ley de provisión a favor de las viudas en la que el pariente más cercano del fallecido tenía la obligación moral de casarse con la viuda. Así podía proveer para sus necesidades materiales, y el nombre de la familia se perpetuara.

Cuando Booz se dio cuenta quién era la moabita que trabajaba en su parcela, mostró su favor por ella y Noemí. Tomó la iniciativa de hablar con Rut y hacerla sentir bien. Le dijo: “Ven acá, toma un pedazo de pan y mójalo en esta salsa de vinagre.

Rut se sentó junto a los segadores, y Booz le dio grano tostado. Ella comió hasta quedar satisfecha, y todavía le sobró” (vers. 14). Además le ordenó a sus trabajadores que la dejaran recoger todo lo posible y no la molestaran (vers. 15).

Booz es un símbolo del amor de Jesús por nosotros. Solo él nos puede librar de la condición de incertidumbre en este mundo manchado por el pecado. Solo él puede satisfacer las necesidades materiales y espirituales.

Él siempre toma la iniciativa y nos trata con bondad y misericordia. Luego de un tiempo, Booz y Rut se casaron y tuvieron un hijo al que llamaron Obed. Rut nunca imaginó que se convertiría en la bisabuela del rey David.

Así, Rut llegó a formar parte de la genealogía de la cual nacería el Redentor del mundo, Jesús. Cuando confiamos en Jesús, él dirige nuestros pasos por sendas asombrosas. Solo enfócate en hacer su voluntad. Siempre nos sorprenderá para bien.

César Sánchez Murillo es pastor y, actualmente, trabaja como editor y traductor en la editorial GEMA Editores, México. Le gusta mucho hablar de Jesús a los demás, leer y le encantan los deportes.