Mi alianza con él era de vida y paz; se la di, para que me temiera, respetara y acatara.
Malaquías 2:5, NBE.
En Malaquías 2, Dios usa las imágenes de la infidelidad conyugal y el casamiento con personas que adoran a dioses extraños para comparar lo que estaban haciendo los israelitas con Dios, pues lo dejaban para ir en busca de placeres.
Así escribió el profeta: “Jehová es testigo entre ti y la mujer de tu juventud, con la cual has sido desleal, aunque ella era tu compañera y la mujer de tu pacto” (Mal. 2:14, RV95). La relación que Dios intenta establecer contigo es simbolizada por la relación íntima de una pareja, llena de gozo, entre el divino esposo y su bella e inmaculada esposa: su iglesia.
Permítele restaurar esa relación de amor y perdón contigo.
Se dan advertencias fuertes en el libro de Malaquías contra los sacerdotes que no dieron prioridad a Dios ni importancia a la herencia sacerdotal que habían recibido de la tribu de Leví (ver Números 25:10 al 13).
Habían sido elegidos por Dios para el servicio sacerdotal por su fidelidad durante una grave crisis (ver Éxodo 32:25 al 29; 4CBA, p. 1149), pero, tristemente, corrompieron las leyes del sacerdocio y se convirtieron en un pésimo ejemplo para el resto del país.
A lo largo de los veintiséis siglos que han transcurrido desde las palabras del profeta Malaquías, la historia de la humanidad ha podido ver cómo, vez tras vez, líderes y dirigentes religiosos de todas las denominaciones han caído en el escándalo, se han apartado de Dios y se han convertido en influencia devastadora para el creyente sencillo.
Su afán por el poder, el dinero, la sexualidad desordenada, el engaño y las artimañas políticas ha sido una piedra de tropiezo para la fe de millones de personas. Por eso Malaquías sigue siendo tan pertinente hoy como lo fue para su público original.
“Los que confiaron en los falsos pastores tenían la Palabra de Dios para investigar por sí mismos, y [en la Biblia habrían] encontrado que Dios juzgará a todo hombre que haya tenido la verdad y se haya apartado de la luz porque involucraba abnegación y llevar una cruz.
Las rocas y las montañas no podrán ocultarlos de la indignación del que se sienta en el trono ni de la ira del Cordero” (MSV, p. 290).
Escudriña la Palabra de Dios, para que puedas distinguir a los falsos de los verdaderos pastores.