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‘Bon appétit’

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Mateo 5:6.

Hay expresiones de la lengua que resultan muy divertidas. Una de ellas es “Estoy muerto de hambre”. Lo usual es que quien la dice esté vivo; obvio, porque la está diciendo, y no suele tener “hambre” sino “apetito”.

“Hambre” es una experiencia muy extrema que la mayoría de nosotros no sentimos normalmente. Lo que tenemos es apetencia por comer, ganas de comer. Lo justo sería que dijésemos “Estoy vivo de apetito”, pero no sería una expresión tan exagerada ni teatral.

Jesús no propone que sean felices los que tienen apetito sino los que tienen hambre. No habla de ciertas ganas de justicia sino del intenso deseo de que se realice lo justo. En su época, eso de hacer tres o más comidas en horarios reglados era cosa de los ricos.

La gente normal estaba acostumbrada a no comer demasiado, y pasar hambre era estar al filo de la inanición. Se podía morir de hambre y de sed. Dicho de otra manera, tener hambre y sed de justicia es que te fuera la vida en ello. Jesús propone que la deseemos como verdaderos “muertos de hambre”.

La frase, en el original, no habla de apetencia de algo de justicia, de conformarse con un manifiesto o una intención. La Bienaventuranza habla de toda la justicia, de la plenitud de lo justo. Los que tienen hambre y sed de justicia no tienen suficiente con un poco, se lo quieren comer y beber todo porque no hay justicia si no es para todos y por siempre.

Mis justicias personales se diluyen cuando contemplo las injusticias hacia los otros. No hay felicidad para el que tiene verdadera hambre de justicia si no existe para todos los seres humanos.

La naturaleza de esa hambre y esa sed de justicia nos retrotrae al origen del mundo. Al principio, lo normal era lo justo. Se vivía haciendo lo correcto de una forma tan común que no se podía pensar de otra manera. Pero llegó el pecado y se instaló la injusticia. Y añoramos ese tiempo en que las cosas no eran así.

Hay hambre de aquel mundo, hay deseo extremo de volver a esas condiciones. ¡Queremos ser saciados de normalidad!
Si cuando miras a tu alrededor solo tienes apetito de justicia o te conformas con tus pequeñas justicias, serás, al final, infeliz.

Si cuando miras a tu alrededor tienes una tremenda hambre y sed de justicia, ten la certeza de que te vas a dar un atracón de felicidad porque, al final, volveremos a un mundo sin pecado. ¿Estás “muerto de hambre”? Pues bon appétit!

Víctor M. Armenteros es doctor en Filología Semítica por la Universidad de Granada y doctor en Teología (Antiguo Testamento) por la Universidad Adventista del Plata (Argentina). Durante más de una década ha sido profesor de Sagrada Escritura y Lenguas Bíblicas en el Seminario Adventista de España. Actualmente comparte la docencia con la gestión, al ejercer como director de los estudios de posgrado de la Universidad Adventista del Plata y de la sede austral (Argentina, Paraguay y Uruguay) del Seminario Adventista Latinoamericano. Es miembro de la Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos. Ha colaborado como traductor en la Biblia Traducción Interconfesional y forma parte del equipo editorial de la revista DavarLogos. Es, a su vez, autor de diversos artículos sobre escritos bíblicos y literatura rabínica.