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Reversible

José era de hermoso semblante y bella presencia.

Génesis 39:6

José había heredado de su madre Raquel una notable belleza (Gén. 29:17). El texto indica que era hermoso en varios sentidos (las palabras “hermoso” y “bello” son la misma en el original). De “buen tipo” y de “aspecto bueno” serían las expresiones que emplearíamos hoy. La primera hace referencia a las formas y José era de hermosa figura.

Si nos guiásemos por los cánones de estética de nuestros días, diríamos que era un joven atlético, musculado, de mentón marcado y perfecta simetría. La segunda hace referencia a los mensajes que transmite nuestro aspecto.

Puede haber jóvenes de buena figura pero de vida poco saludable, que presentan una apariencia lamentable. José generaba una impresión saludable, de persona sana y, también, de persona agradable. Porque la expresión también implica bondad.

Pero José era mucho más que un top model de productos cosméticos. Observa un detalle del capítulo 39 que te va a permitir descubrir algo más de él. Vayamos al versículo 2, donde dice: “Pero Jehová estaba con José”; luego vayamos al versículo 21 donde vuelve a indicar: “Pero Jehová estaba con José”.

¿Es casualidad que esta frase se encuentre al principio y al final del relato? No, y tampoco lo es que a mitad de la narración diga que “José era de buen tipo y de aspecto bueno”. ¿Qué mensaje subyace? Es bien sencillo: lo verdaderamente hermoso de José era que Dios lo acompañaba. Hay un chiste popular que dice que hay personas que son bellas por fuera; otras, bellas por dentro; y algunas, muy pocas, reversibles. Pues bien, José era reversible.

Krzysztof Sonek asegura que hay tres valores que representan la excelencia en las narraciones bíblicas: belleza, bondad y verdad. José era, por herencia, una persona atractiva, que poseía un buen tipo: bello. Era, por actitud, una persona que emanaba una imagen saludable y de confianza: bondadoso.

Era, por su relación con Dios, una persona que prefería la verdad a cualquier sucedáneo: auténtico. José era, realmente, reversible.

No podemos elegir nuestra genética. Sí nuestras actitudes y relaciones. Ser bondadoso no cuesta tanto, hay que escoger el amor como principio y dejarse llevar por él. Tener una buena relación con Dios no cuesta porque todo en él es gratis, por gracia.

¿Cómo es eso? Bien fácil, Jesús accedió a ser la persona de peor aspecto de la historia, para hacernos a nosotros hermosos. Así lo vio Isaías: “Pues de tal manera estaba desfigurada su apariencia, que su aspecto no parecía el de un ser humano” (Isa. 52:14). ¡Cuánta bondad y verdad en esa fealdad!

Y, es curioso, esa elección, al final, nos convierte en verdaderamente agraciados.

Víctor M. Armenteros es doctor en Filología Semítica por la Universidad de Granada y doctor en Teología (Antiguo Testamento) por la Universidad Adventista del Plata (Argentina). Durante más de una década ha sido profesor de Sagrada Escritura y Lenguas Bíblicas en el Seminario Adventista de España. Actualmente comparte la docencia con la gestión, al ejercer como director de los estudios de posgrado de la Universidad Adventista del Plata y de la sede austral (Argentina, Paraguay y Uruguay) del Seminario Adventista Latinoamericano. Es miembro de la Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos. Ha colaborado como traductor en la Biblia Traducción Interconfesional y forma parte del equipo editorial de la revista DavarLogos. Es, a su vez, autor de diversos artículos sobre escritos bíblicos y literatura rabínica.