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Adopta un perro de cartón

Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir.

Hebreos 3:5.

Cada día se reciben más promociones en los correos electrónicos. No hay duda de que algunas son llamativas y te permiten conocer ofertas que te pueden interesar. Otras tienen un tufo impresionante a fraude y, por supuesto, pasan rápidamente a la papelera.

Las hay que son spam. Una de las más chistosas que me han llegado llevaba por título “Adopta un perro de cartón”. Pensé que lo había leído mal pero no, decía exactamente eso.

¿Para qué me podía servir un perro de cartón? La ventaja era que no ladraba, ni comía, ni corría de aquí para allá. ¿Ventajas? Además, de cartón.

Si fuera de mármol y elaborado con sumo arte, o incluso de madera, y realizado con la gracia de un buen ebanista… No, simplemente de cartón.

Recordé los perros que se habían cruzado en mi vida: un gran danés bonachón, un mastín gigantesco, un pequinés tuerto y peculiar, un caniche caprichoso y chillón, una schnauzer tan seria como ceniza, un bulldog inglés juguetón y siempre hambriento.

Eran bien distintos pero todos tenían algo en común que no tendrá jamás un perro de cartón: eran fieles. Un perro de cartón solo sirve para adornar.

Moisés, por su trayectoria y el mundo en el que se había desenvuelto, podía haber sido un simple figurante en la escena del Éxodo. Pero fue fiel. Por su fidelidad, dejó los lujos más exquisitos de una sociedad tan sibarita como la egipcia.

Por su fidelidad, se pasó cuarenta años cuidando cabras y ovejas en los secadales del Sinaí. Por la misma fidelidad, aguantó otros cuarenta años a cientos de miles de personas con cada una de sus historias y rebeliones.

Por fidelidad, aceptó no entrar en la tierra que había sido prometida. Su mejor servicio, y realizó muchos otros, fue su lealtad a Dios. Una profunda e intensa fidelidad que le hizo el más fiel de sus siervos (Núm. 12:7).

No sé si eres grande o pequeño, alto o bajo, de ojos claros u oscuros, callado o locuaz, serio o simpático, conservador o creativo. Sí sé que no me gustaría que fueras de cartón, que vivieses una vida religiosa de figurante, apenas de adorno.

Anhelaría que tu lealtad fuera tu característica más relevante porque es nuestra característica común como cristianos. Hemos sido llamados a servir, y se empieza por la fidelidad. Vamos a dejarnos de spam, ¿no te parece?

Víctor M. Armenteros es doctor en Filología Semítica por la Universidad de Granada y doctor en Teología (Antiguo Testamento) por la Universidad Adventista del Plata (Argentina). Durante más de una década ha sido profesor de Sagrada Escritura y Lenguas Bíblicas en el Seminario Adventista de España. Actualmente comparte la docencia con la gestión, al ejercer como director de los estudios de posgrado de la Universidad Adventista del Plata y de la sede austral (Argentina, Paraguay y Uruguay) del Seminario Adventista Latinoamericano. Es miembro de la Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos. Ha colaborado como traductor en la Biblia Traducción Interconfesional y forma parte del equipo editorial de la revista DavarLogos. Es, a su vez, autor de diversos artículos sobre escritos bíblicos y literatura rabínica.