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El canto de Moisés y del Cordero

¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues solo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.

Apocalipsis 15:4.

Los redimidos entonan dos himnos, llamados el “cántico de Moisés” y el “cántico del Cordero” (Apoc. 15:3). Hay semejanzas y diferencias entre ambos cantos. Ambos se cantan frente a un mar: el primero frente al mar Rojo y el segundo frente al mar de vidrio.

El canto de Moisés fue entonado por los israelitas cuando cruzaron el mar Rojo (Éxo. 15:1-21). El canto del Cordero es vocalizado por los ángeles después de derramar las siete copas de la ira de Dios, que son las siete plagas postreras, antes de redimir a los santos (Apoc. 15:5, 6). Celebra la victoria que presenciarán y exalta al Padre y al Hijo, el Cordero de Dios. En ambos himnos hay referencias a cuánto merece Dios ser temido.

Los ángeles, asombrados por la paciencia de Dios, se alegran de que por fin acabe con la injusticia y la blasfemia. Están extrañados porque la humanidad no glorificó y respetó el nombre de Dios, al único santo, Rey justo, merecedor de reverencia. Y anuncian el juicio divino contra los impíos.

Cuando se entone el canto del Cordero, ¿estarás con el grupo que respetó su nombre? ¿Unirás tu voz al coro angelical? “¡Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos!” (Apoc. 15:3).

Estos seres celestiales, al ejecutar los mandatos de Dios, no hacen ninguna pregunta, sino que hacen lo que se les ordena. Jehová de los ejércitos, el Señor Dios Todopoderoso, el justo, el verdadero, el santo, les ha dado la obra que deben hacer. Con invariable fidelidad avanzan impecablemente vestidos de lino blanco y puro, con el pecho ceñido con ceñidores de oro. Y cuando su obra ha terminado, cuando se derrama el último frasco de la ira de Dios, vuelven y colocan sus frascos vacíos a los pies del Señor.

Y se registra la siguiente escena: “Después de esto… oí como la voz de una gran multitud, y como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” Y cantan el cántico de Moisés y el cántico del Cordero (TM, p. 445).Comienza a ensayar para entonar ese sublime canto del Cordero.

ARSENIA FERNÁNDEZ-UCKELE es teóloga, educadora, especialista en familia y desarrollo infantil. Ha sido misionera en África, Cuba, Argentina, Venezuela y Colombia. Actualmente se desempeña como profesora de castellano en Toledo, Ohio. Es anciana y tesorera de su iglesia local. En su tiempo libre graba programas para la televisora local en Estados Unidos, Venezuela y varias emisoras cristianas. Predica y presenta seminarios en reuniones de damas.