Los pequeños comienzos suelen terminar en los más grandes éxitos.
Anónimo
Un joven acudió a una entrevista de trabajo para un puesto directivo en una gran empresa. Había superado la primera entrevista y esta sería la última, directamente con el presidente de la compañía. Cuando entró a la sala, el presidente tenía su curriculum vitae en la mano.
—Tienes una formación académica excelente —comenzó diciendo—, ¿cómo pagaste tus estudios, con becas?
—No —dijo el joven.
—¿Tu padre lo pagó todo? —siguió indagando el entrevistador.
—No, mi padre murió cuando yo tenía un año. Fue mi madre la que lo pagó.
—¿Y a qué se dedica tu madre? —quiso saber el presidente.
El joven se sentía avergonzado, pero confesó que su madre lavaba ropa y limpiaba casas. Entonces, el presidente le pidió que le enseñara las manos. Al verlas tan impecables, comentó:
—Está claro que nunca has ayudado a tu madre a lavar ropa ni a limpiar casas. Si quieres este puesto, ve a casa, ayuda a tu madre mañana, y pasado mañana vuelve. Hablaremos entonces.
Cuando regresó a casa, el joven le pidió a su madre que le dejara ver sus manos. Estaban arrugadas y ajadas como las de una anciana, aunque ella no era tan mayor. Esta fue la primera impresión en el corazón de un hijo que nunca se había fijado en las manos de su madre. La segunda impresión fue cuando ella le dijo: “Lo hice por ti, para que tú solo te preocuparas por estudiar”. Cuando el joven regresó a la empresa, el presidente le preguntó:
—¿Qué hiciste ayer con tu madre?
—Primero le puse crema en las manos —dijo y, de pronto, se le aguaron los ojos—. Después lavé ropa. Sin mi madre, no estaría hoy aquí. Yo creía que lo que hacía mi madre no era gran cosa, pero ahora entiendo que todo lo que tengo comienza con ella. Por modesto que sea ese comienzo, es el comienzo al que le debo todo.
—Eso es lo que busco en un director —afirmó el presidente—. Ahora tienes el curriculum perfecto para esta empresa. Estás contratado.
¿Y qué me dices de ti? ¿Eres esa madre? ¿Eres esa hija? ¿Quién ha hecho pequeñas cosas para que tú tengas algo grande? ¿Qué te parece darles hoy las gracias a esas personas, y a Dios por haberlas puesto en tu vida?
“¿Dónde están los que un día no tomaron en serio los modestos comienzos?” (Zac. 4:10, BLPH).