Jesús le dijo entonces: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá».
Juan 11: 25
James H. Bedford fue un profesor de Psicología en la Universidad de California, que escribió varios libros sobre orientación profesional. Cuando falleció a sus setenta y tres al-los, a consecuencia de un cáncer de pulmón, el inusitado método que se siguió para conservar su cadáver atajo la atención de todo el país. Se le cubrió con hielo seco, se le extrajo la sangre y se la reemplazó con una solución anticongelante.
Este extraño proceso se realizó de acuerdo con los últimos deseos de Bedford, con el propósito de promover la causa de los «criones» (movimiento que se ocupa de congelar a los muertos para reanimarlos en el futuro, basado en la esperanza de que la ciencia llegará a revivirlos algún día). La popularidad que ha alcanzado este concepto dio como resultado la formación de varias sociedades «criónicas» . Su lema es: «Nunca digas muerto» .
Casi sesenta años más tarde, la ciencia sigue sin descubrir el secreto de la inmortalidad. Pero hoy en día, con lo que sabemos sobre los efectos de los productos que se utilizaron para su conservación, tenemos claro que solo durante la primera semana el cadáver de Bedford quedó tan dañado que sería imposible reanimarlo, aunque contáramos con la tecnología necesaria para hacerlo.
Las Sagradas Escrituras afirman que Dios «es el único inmortal, que vive en una luz a la que nadie puede acercarse. Ningún hombre lo ha visto ni lo puede ver» (1 Timoteo 6: 16).
Además, nos recuerdan que Dios «dará vida eterna a quienes, buscando gloria, honor e inmortalidad, perseveraron en hacer lo bueno» (Romanos 2: 7). Por tanto, si queremos saber cuál es el secreto de la inmortalidad, deberíamos acudir a la fuente confiable: el Creador de la vida.
Jesús afirmó: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá» (Juan 11: 25). Ciertamente, podemos creer en su palabra porque en varias ocasiones ha demostrado que tiene el poder de cumplir esta promesa.
Resucitó a Moisés, a Lázaro, a la hija de Jairo y a muchos más, ¿no crees que es buena idea poner tu vida en sus manos? Yo creo que sí. Bajo su cuidado estarás seguro por la eternidad.