Siempre les he enseñado que así se debe trabajar y ayudar a los que están en necesidad, recordando aquellas palabras del Señor Jesús: «Hay más dicha en dar que en recibir»
Hechos 20: 35
¿Te gustan los regalos? A mí me encantan. Me gusta recibirlos y también darlos.
Me gusta ver la cara de sorpresa y alegría de la persona que recibe mi regalo, y también me gusta sentirme apreciado y querido cuando alguien me regala algo.
Pero a veces me cuesta dar. Sobre todo, cuando se trata de cosas que me gustan mucho o que me han costado mucho conseguir. O cuando se trata de personas difíciles de tratar o que siento que no se lo merecen. O cuando siento que doy más de lo que recibo.
¿Te pasa lo mismo? ¿Te cuesta dar tu tiempo, tu dinero, tu atención, tu perdón, tu amor? ¿Te sientes egoísta, avaro, indiferente, rencoroso, frío? ¿Te preguntas si vale la pena dar tanto y recibir tan poco?
Si es así, quiero recordarte una frase que dijo Jesús y que nos transmite el apóstol Pablo en Hechos 20: 35: «Hay más dicha en dar que en recibir» .
Esta frase resume una gran verdad: dar nos hace felices. Dar nos hace parecernos más a Dios, que es el dador por excelencia. Dar nos libera del apego a [as cosas materiales y nos abre al amor verdadero. Dar nos permite ser una bendición para otros y recibir bendiciones de Dios.
Dar no significa perder, sino ganar. Ganar amigos, ganar experiencias, ganar sabiduría, ganar paz, ganar gozo. Dar no significa debilitarse, sino fortalecerse. Fortalecer nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra caridad. Dar no significa morir, sino vivir. Vivir la vida abundante que Jesús nos prometió.
Dar es un acto de amor que nos acerca más a Dios y a los demás. Dar es una forma de imitar a Jesús, que nos dio el mejor regalo: la salvación. Dar es una fuente de felicidad que supera cualquier placer material. Dar es una decisión que podemos tomar cada día, en cada situación, con cada persona. Dar es una bendición que se multiplica cuando la compartimos. Compruébalo por ti mismo y verás la diferencia.