No hay otro Dios corno tú. […] Tú perdonas nuestra maldad y olvidas nuestro pecado.
Miqueas 7: 18, TLA.
En el siglo XIX, una joven pianista daba conciertos que cautivaban al público de toda Alemania. Para aumentar su fama y prestigio, se presentaba como alumna del famoso pianista y compositor Franz Liszt.
Sin embargo, en realidad es que ni siquiera lo había visto personalmente. En una ciudad donde se había presentado de esa manera, descubrió para su sorpresa y horror que el famoso músico se alojaba en el mismo hotel donde ella se encontraba. En ese momento, el pánico se apoderó de ella. Estaba casi segura de que su engaño sería descubierto y divulgado, lo que significaría el fin de su carrera musical.
Completamente desesperada, decidió recurrir a la misericordia del gran maestro. Temblando y muy confundida, fue a la habitación de Liszt y en medio de sus lágrimas, le confesó su fraude. «Vamos, vamos. Veamos qué podemos hacer» , dijo Liszt con amabilidad y la condujo hasta el piano.
«Permítame escucharla» . Ella se sentó y comenzó a interpretar una de las piezas que había preparado para el concierto. Mientras escuchaba, Liszt hizo algunas observaciones ocasionales y algunas sugerencias. Cuando ella terminó, Liszt le dijo: «Ahora, querida, te he dado una lección de música. Verdaderamente, has sido mi alumna» .
Antes de que pudiera recuperarse, Liszt le preguntó: «¿Ya tienes impreso el programa para tu concierto?» . «No —contestó ella—, todavía no» . «Magnífico» , respondió el maestro. «Imprímelo como de costumbre; pero añade que contará con la colaboración de tu maestro, y que el número final será ejecutado por Franz Liszt en persona» . El concierto resultó ser un éxito sin precedentes.
La joven pianista había mentido sobre su relación con Liszt, pero él no la condenó ni la rechazó. Al contrario, le dio una oportunidad de aprender de él y de compartir su talento con el público. ¿No es así como Dios nos trata a nosotros? Todos hemos pecado y ofendido a Dios con nuestras palabras, pensamientos y acciones. Pero a pesar de nuestras faltas, «Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5: 8).
¿Has experimentado el perdón y la gracia de Dios? Entonces, ¿puedes mostrar la misma misericordia y bondad de Liszt a aquellos que te han mentido o herido?