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El Dios de la verdad

Dios no es hombre, para que mienta.

Números 23:19

Vivimos en un mundo en el que la mentira ha llegado a ser la harina con que se amasa el pan nuestro de cada día. Esposos, hijos, padres, líderes políticos, funcionarios públicos, dirigentes religiosos, profesores, estudiantes, personalidades de la televisión, comerciantes, clientes y profesionales de todo tipo son encontrados mintiendo. Este mal hábito ha contaminado nuestra sociedad hasta tal punto que ya nos parece normal.

Recientemente leí en un artículo de una revista acerca de un hospital donde estaban dando un entrenamiento especial a sus enfermeros. ¿Sabes en qué consistía el entrenamiento? En cómo aprender a mentir. En serio, no lo estoy inventando. Estos enfermeros trabajaban con pacientes terminales y habían invitado a unos “expertos” para que les enseñaran qué gestos hacer y qué inflexión de la voz usar para decir una mentira sin ser descubiertos. La mentira enseñada para aplicarla en el puesto de trabajo. ¿Qué te parece?

En este entorno vivimos, y de él venimos a la iglesia, donde nos encontramos con un Dios a quien necesitamos primero creerle para luego entregarle nuestra vida. ¡Y qué dificultad tienen muchas personas para creerle a Dios! No es de extrañar, visto lo observado. No logran confiar plenamente en que Dios sí dice la verdad porque le aplican el mismo filtro que usan para juzgar a cualquier persona de autoridad o poder cuyas escandalosas mentiras vemos todos los días en las primeras páginas de los periódicos.

Dios se da cuenta de esta dificultad que tenemos y ataca el problema dándonos a conocer la realidad en cuanto a él. ¿Y qué es lo que nos dice? Dos cosas: 1) “Yo no soy humano, ni hijo de un humano”. 2) “Yo no miento, porque yo soy la Verdad”. Dios es la Verdad. No es que siempre dice la verdad, es que es la verdad. Su naturaleza es ser verdadero; de él no puede salir nada falso, no sabe mentir, no puede mentir. Por eso, cuando Dios habla, puedes arriesgarlo todo por eso porque es verdad.

Aun cuando no puedas explicarte cómo va a ocurrir algo que Dios ha dicho, si Dios lo ha dicho, ten la certeza de que ocurrirá, porque Dios no puede mentir. Por eso puedes aferrarte a su Palabra, confiar en su plan, creer en sus promesas y seguir sus instrucciones aun cuando no las entiendas plenamente. El mejor hábito que puedes desarrollar es creer a Dios porque crees en Dios. Entonces habrás encontrado el verdadero camino hacia el éxito en la vida.

Roberto Herrera tiene un doctorado en Ministerio Pastoral por la Universidad Andrews y una maestría en Administración y Liderazgo por la Universidad de Montemorelos. Cuenta con más de treinta años de experiencia como pastor de la Iglesia Adventista, en la cual ha servido en todos los niveles: pastor de iglesia, departamental y administrador.