Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, corno Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
Efesios 4: 32
En cierto vecindario vivía un hombre muy desagradable. Cuando caminaba por la calle, no saludaba a nadie y siempre tenía una mirada furiosa y hasta peligrosa.
Su actitud se convirtió en un desafío para un chico del lugar, quien se propuso arrancarle una sonrisa o, al menos, un saludo. Día tras día, se encontraba con él y lo saludaba: «¿Cómo está, señor?» , pero no recibía ninguna respuesta. Esto continuó durante meses. Un día, el chico, preocupado por algún problema, olvidó saludarlo. De repente, se sobresaltó al oír una voz áspera que le decía amistosamente: «Hola mu-chacho» . Era el hombre.
Una instructora bíblica se dirigía en su automóvil hacia la carpa para la reunión de la noche. De repente, otro vehículo que apareció por una intersección embistió el costado de su auto.
Sin perder la compostura, la instructora salió de su vehículo, esbozó una sonrisa y extendió al conductor una invitación para la reunión mientras esperaba a la policía. Todo se resolvió de manera amigable y aquel joven quedó tan conmovido por la actitud de esa mujer, que quiso saber más de su religión. Como resultado, asistió a un colegio adventista y se preparó como ministro del evangelio.
Dios no espera que seamos amables solo con nuestros amigos, sino también con nuestros enemigos. El mismo Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos y bendecir a quienes nos maldicen (ver Mateo 5: 44). A primera vista, puede parecer difícil o incluso irracional mostrar amabilidad hacia aquellos que nos tratan mal o buscan hacernos daño. Sin embargo, estas historias nos muestran el poder transformador de la bondad y la amabilidad en situaciones difíciles.
Sin embargo, amar a nuestros enemigos no implica tolerar el mal o fomentar comportamientos destructivos, sino más bien tratar a los demás con respeto y amabilidad, incluso en medio de desacuerdos o conflictos.
Mostrar amor hacia aquellos que desean tu mal o te han dañado sin dejar de proteger tu dignidad y valor personal no es una tarea fácil. ¿Cómo podrías lograrlo? Hoy es un buen día para hacer de la amabilidad tu arma secreta para transformar vidas y glorificar a Dios.