El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no merece ser mío.
Mateo 10:37
En algunos momentos de nuestra vida, puede que se nos pida que defendamos nuestra fe discrepando de aquellos a quienes amamos. Es importante saber que debemos respetar a nuestros familiares, pero lo primero y más importante es obedecer a Dios y ponerlo como prioridad.
Al igual que en el experimento, en nuestras vidas es importante saber qué va primero para así lograr alcanzar nuestra meta. ¿Qué es lo primero para ti? ¿Cuáles son tus prioridades? ¿Pones a Dios en primer lugar?
Cuando tenía 14 años, teníamos una situación económica difícil en casa. Estaba a punto de comenzar la secundaria y, como tenía buenas calificaciones, me invitaron a rendir un examen para obtener una beca en una de las mejores escuelas de la ciudad. ¿El día del examen? Un sábado.
Aunque todavía no estaba bautizada, yo ya me consideraba adventista y había decidido en mi corazón que no transgrediría el sábado. Hasta ese momento, nadie de mi familia era adventista. Mi hermana mayor, siempre muy responsable, no podía entender por qué iba yo a renunciar a una oportunidad tan grande. Mi padre intentó disuadirme bien temprano en la mañana, mientras me preparaba para ir a la iglesia.
En algunos experimentos, el orden en el que se añaden los ingredientes es esencial para garantizar el resultado. ¿Quieres un ejemplo? Para hacer flotar un colorante alimentario líquido, tienes que poner cuatro cucharadas soperas de sal en 300 ml de agua y luego añadir el colorante. Si colocas primero el colorante y luego la sal, no tendrás éxito en el resultado.
Decidí no hacer la prueba el sábado. Sin embargo, al final de ese año, fui aceptada para ingresar a una excelente institución y, al mirar hacia atrás, reconozco que todo formaba parte de un plan especial de Dios para mí. ¡Dios está dispuesto a hacer maravillas por ti!
¡CONFÍA Y PONLO SIEMPRE EN PRIMER LUGAR!