Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.
1 Timoteo 2: 5, NVI.
UNA INVESTIGACIÓN REALIZADA POR UN JUEZ DE LA CIUDAD DE Anápolis, en Brasil, reveló que beber jugo de uva durante las audiencias de conciliación aumentaba el número de acuerdos del 45% al 76%, en comparación con las sesiones en las que solo se ofrecía agua. La explicación probable se halla en el hecho de que la absorción de la glucosa presente en el jugo permite que la persona negocie mejor y se comunique mejor, factores que facilitan la conciliación.
El pecado nos ha separado de Dios. Por eso, Cristo actúa como nuestro Mediador, reconciliando a la humanidad con Dios. Sin embargo, en el plan de redención, en lugar de utilizar jugo de uva, Cristo nos reconcilió con el Padre ofreciendo su propia sangre. Por medio de esta sangre, somos lavados de nuestros pecados y podemos alcanzar la salvación.
En 1 Timoteo 2: 5, leemos que Jesús, en su naturaleza divino humana, es el único que puede mediar en nuestra relación con Dios. Actuando como nuestro Sumo Sacerdote en el cielo, intercede bondadosamente por nosotros, mostrando las heridas de sus manos y sus pies como señales de que ha pagado el precio de nuestro pecado.
En este mismo versículo, Pablo refuerza que hay un solo Mediador, es decir, ni siquiera los considerados «santos» , ni ningún otro personaje bíblico, podrían cumplir este papel en lugar de Cristo. La Palabra de Dios es clara al revelarnos que ni ángeles, ni seres humanos, ni ninguna otra criatura podría tener la misma función que Jesús.
No permitas que las tradiciones se sitúen por encima de la Palabra de Dios, pues «es nuestro deber obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hechos 5:29). Acude a Jesús y pídele ayuda y perdón en su nombre. Solo así encontrarás el camino de la salvación.