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Lea, la envidiada

Esta vez alabaré al Señor.

Génesis 29: 35

Los grandes cambios no suceden de la noche a la mañana. Ayer vimos que Dios vio el rechazo de Lea y la bendijo con hijos (Génesis 29:31) Hoy te invito a echar un vistazo al corazón de esta gran mujer y a aprender de su viaje espiritual y emocional.

El primer hijo de Lea se llamó Rubén, «porque dijo: «El Señor me vio triste. Por eso ahora mi esposo me amará» (Génesis 29: 32). El segundo se llamó Simeón, porque dijo El Señor oyó que me despreciaban (Génesis 29: 33). El tercero se llamó Leví, porque dijo: Ahora mi esposo se unirá más a mí, porque ya le he dado tres hijos (Génesis 29: 34).

Al poner nombre a sus hijos, Lea expresó las necesidades de su corazón. Ella deseaba que su esposo la viera y la amara, que la escuchara y le mostrara apego, y creyó que podía conseguirlo dándole hijos, pero estaba equivocada. Jacob siguió amando más a Raquel. Aunque estaba unido sexualmente a Lea, su corazón seguía prefiriendo a Raquel.

Pero todo cambió con el cuarto hijo, Judá, porque dijo: «Esta vez alabaré al Señor» (Génesis 29: 35). «Esta vez», Lea aprendió la lección y en vez de buscar el amor de Jacob, decidió concentrarse en el Señor.

Lea pensaba que la solución a su falta de belleza física y a su rechazo consistía en darle hijos a Jacob. Hoy hay muchas «Leas» que creen que van a encontrar el sentido de la vida, la felicidad y la autoestima en la pareja, los hijos o en los logros académicos, profesionales o económicos. Pero nada material ni ninguna persona en este mundo puede darte valor. Solo cuando te vuelves a Dios y lo alabas a pesar de las circunstancias externas, encontrarás el sentido de la vida y tu verdadero valor. Cuando Lea se volvió a Dios dejó de tener hijos» (Génesis 29: 35). ¿Por qué? Porque dejó de necesitarlos cuando entendió que su valor no dependía del amor y la aceptación de Jacob, sino de Dios.

Cuando Lea se volcó en alabanzas a Dios, él la bendijo mucho más de lo que ella esperaba. Al ser la madre de Judá, y antepasada del Mesías, pasó de ser Lea la rechazada» a «Lea la envidiada». Envidiada por su hermana (Génesis 30: 1) y por todas las mujeres de la historia. «Esta vez», decide alabar a Dios y notarás el cambio en tu vida.