Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho.
Salmos 139: 14, BA.
Abby Hewitt es una jovencita de catorce años que se presentó ante la asamblea legislativa en Minnesota, en Estado Unidos, para contar su historia, -Nací con tres enfermedades congénitas graves del corazón -contó-. Me ingresaron al quirófano con apenas cinco horas de vida. Los doctores dijeron que solo tenía 40% de probabilidades de sobrevivir la cirugía».
Al concluir la operación, los médicos estimaron que la recuperación llevaría entre uno y dos meses; no obstante, Abby solo permaneció doce días en la unidad de cuidados intensivos. Los profesionales de la salud pronosticaron que Abby no alcanzaría un crecimiento significativo, probablemente enfrentaría dificultades en la visión y audición, experimentaría desafíos en el aprendizaje y se le dificultaría participar en actividades deportivas. «Hoy estoy en el 86 % de mi estatura promedio -contó Abby- y tengo visión y audición perfectas. Todas mis calificaciones están en «A» y practico basketball, volleyball, corro en los cien, doscientos y cuatrocientos metros y practico salto con vara».
Ante la mirada atónita de los legisladores, que estaban discutiendo una ley sobre el aborto, Abby continuó: «A pesar de lo que los médicos dijeron de mí, aquí estoy frente a ustedes, viva y creciendo. Por favor, no se olviden de la gente como yo. En 2021, al menos 183 bebés como yo fueron abortados en Minnesota. Tenemos derecho a vivir. No soy una estadística, mi enfermedad cardíaca no es lo que me define como persona, no soy un defecto».
Acto seguido, Abby citó el versículo de hoy: «Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho» y contó cómo ese versículo había impactado su vida. «Este versículo me recuerda que fui creada a propósito, y con un propósito».
El caso de Abby Hewitt me recuerda que la vida es un don de Dios y que tu valor no depende de factores externos como la salud o la economía familiar. Vales porque fuiste creado a imagen y semejanza de Dios (ver Génesis 1: 27) y él te ama tanto que entregó a su Hijo por ti (Juan 3:16).
Dios te formó asombrosa y maravillosamente, a propósito, y con un propósito. ¿Y sabes cuál es ese propósito? Que prosperes en todo (3 Juan 2), que seas salvo y conozcas la verdad (1 Timoteo 2: 4) y que realices buenas obras (Efesios 2:10). Y lo mejor de todo es que hoy tú puedes decir como el salmista: «El Señor cumplirá en mí su propósito» (Salmos 138: 8).