Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Lucas 12: 34
Frine trabajaba como modelo para un pintor llamado Praxíteles. Un día el artista decidió obsequiar a la joven una obra de arte, la que ella eligiera. Frine no sabía absolutamente nada de pinturas, así que no sabía cuál sería el más atesorado, por lo que ideó un plan.
Pidió a un esclavo que saliera gritando que el lugar donde Praxíteles pintaba se estaba quemando y las llamas habían alcanzado sus obras. Al oír aquello, el pintor llegó corriendo y exclamó: «¿se ha dañado mi Sátiro y el amor?» Entonces Frine confesó que no hubo ningún incendio, pero que ahora sabía qué cuadro quería.
Bien dice la Biblia que donde está el tesoro, ahí está el corazón. El enemigo no puede saber cuál es nuestro tesoro hasta que, haciendo uso de sus trampas, le dejamos saber qué es lo que más amamos. Déjame explicarte. De pronto llega un aviso diciendo que tienes que presentarte el sábado a trabajar. Tú no dudas ni un momento y simplemente no te presentas. En esta prueba has dejado claro que tu tesoro no es tu trabajo, sino tu fidelidad al día santo del Señor.
Otro día, cuando te estás preparando para salir con tu familia, tu mejor amiga llama para invitarte a salir. Sin dudarlo, tú le dices que tienes un compromiso muy importante y no puedes cancelar. Has dejado claro que antes que los amigos, está tu familia. Otro día, en la fiesta de fin de año, sirven de comer mariscos y carnes que dañan nuestro cuerpo. No consumes porque te queda claro que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo. No hay peligro en cuanto a trabajo, amigos y comida.
Pero un día, el equipo deportivo donde juega tu hijo, tendrá su partido final y todo indica que serán campeones de la temporada. Tu hijo no puede faltar porque es pieza clave del equipo y la fecha para el juego ha caído en sábado. Entras en un dilema; la angustia y el nerviosismo se apoderan de ti y comienzas a pensar en la posibilidad de asistir. Entonces el enemigo ha descubierto donde está tu tesoro y trabaja en ello, pues sabe que harás cualquier cosa con tal de ver feliz a tu hijo. Él no va a descansar hasta encontrar donde está nuestro tesoro.
La buena noticia es que, si nuestro tesoro es Cristo Jesús, no habrá posibilidad alguna para el enemigo de hacernos caer.