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Mandados para Dios

Enseguida oí la voz de Dios que decía: «¿A quién voy a enviar?»

Isaías 6: 8

Una de las historias más conocidas sobre David inició porque fue a hacer sin mandado de su padre. David no se despertó ese día diciendo: «Hoy voy a liberar al pueblo de Israel de un gigante». No, para nada. Ese día David fue obediente a su padre, que lo envió al campamento del ejército de Israel.

David iba muy cargado. Llevaba kilos de trigo tostado, panes y queso. Su mandado era llevar alimentos y regresar a casa para decirle a su padre que sus tres hijos mayores estaban bien. Pero al llegar, David observó que todos temían pelear contra el gigante Goliat.

David no tenía miedo, porque él cuidaba a sus ovejas de leones y osos. Y Dios siempre lo ayudaba. David no confiaba en sí mismo, sino en el poder de Dios, que lo haría ganar.

La historia dice que pudo vencer al gigante. ¿Qué te parece? David hizo un mandado de su padre y un mandado de Dios.

Dios nos hace mandados. Tal vez no es pelear contra gigantes. Pero si eres amable con una persona que visita la iglesia, o si le dices a alguien triste que Jesús lo ama, eso podría salvar su vida.

Estarás cumpliendo un mandado de Dios: amar al prójimo.

Tu regalo especial

Palabra clave Miedo. Surge al sentir un peligro o al pensar que algo puede salir mal.

Actividad: Ir a comprar alimentos y decirles a varias personas que Jesús las ama

Oración: Padre Dios, aquí estoy atento a tus mandados. Amén.