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Pedir por otros

Dios es testigo de que siempre oro por ustedes.

Romanos 1: 9

Muchas personas fueron sanadas por Jesús. Algunos fueron llevados hasta él por sus amigos; otros ni siquiera lo pidieron ser sanados; pero la historia de hoy es diferente a todas.

La persona que estaba enferma era el sirviente de un centurión romano. Un centurión era miembro del ejército y tenía muchos soldados a su cargo. Este hombre era de buen corazón, y no quiso que Jesús tuviera que entrar a su casa para sanar al sirviente.

Los judíos no entraban a las casas de los romanos porque decían que eran extranjeros y eso los contaminaba. Pero Jesús no era así. Él estaba dispuesto a ir a aquella casa a sanar al sirviente. Jesús no entiende de diferencias de nacionalidad o color de piel. Tampoco se fija en si uno es rico o pobre.

El centurión tenía tanta confianza en Jesús que sabía que no era necesario que entrara a la casa para sanar. Solo con decir la palabra podía hacerlo. Jesús se puso feliz al ver que este extranjero tenía tanta confianza. Y sanó al sirviente sin entrar en la casa.

Tú también puedes pedir a Jesús por la salud de otra persona. Él te escucha y se siente feliz porque confías. También se siente feliz porque te preocupas por el bienestar de otros. Eso te hace parecerte a tu Padre Dios.

Palabra clave Sirviente. Es una persona que trabaja sirviendo dentro de una casa.

Conoce a Jesús

Actividad: Orar por los enfermos.

Oración: Padre Dios, te pido salud para todos los enfermos. Amén.