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¡Tranquila!, papá maneja

Yo envío mi ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Éxodo 23: 20

¿Recuerdas aquellos viajes cuando te dormías con solo tocar el asiento trasero del auto de papá? Mi familia y yo viajamos muchas veces en el viejo auto blanco, para ir a lugares lejanos para adorar a Dios por medio de la música. De ida y de vuelta yo podía dormir plácidamente sin temor alguno y con el firme pensamiento, «papá maneja». Pero no era así cuando subía a otros autos y no era mi padre el conductor. No podía dormir en el camino por la preocupación de que algo malo podría ocurrir en la carretera.

¿Por qué podía dormir cuando papá estaba al volante? Porque yo sabía que él me amaba demasiado como para permitir que algo malo me pasara bajo su cuidado. Yo le conocía, seguía sus indicaciones y consejos; así como también recibí regaños, pero siempre a sabiendas de que era por mi bien. Papá era mi héroe y yo le confiaba mi vida y mis decisiones.

Nosotras hemos emprendido un viaje hacia la patria celestial en un transporte llamado «vida cristiana». Subimos a él, el día que el pastor sumergió nuestro cuerpo en las aguas del bautismo y la vida pasada quedó sepultada. Sin embargo, en ocasiones las dificultades del camino nos hacen querer parar el auto y buscar otras opciones; o lo que es peor, quisiéramos ser la conductora para hacerlo mejor.

Cuando debíamos ir a algún lugar nuevo, desconocido para mí, no tenía problemas con quedarme dormida, pues sabía que papá estaba manejando y él nos llevaría hasta aquel lugar donde nos esperaban. De igual manera, con la certeza de que «Papá Dios» está al volante, sigamos adelante en el viaje hacia la patria celestial. Con esto en mente, no hay lugar para el desánimo, ni para el temor y mucho menos para la duda cuando los problemas se presentan.

Tal como lo había prometido, Dios estuvo presente en toda la travesía que el pueblo de Israel hizo en el desierto y finalmente los introdujo en la tierra de Canaán. Ese mismo Dios sigue guiando a su pueblo y va a introducir a sus hijos que permanezcan fieles, en las mansiones celestiales. Es una linda promesa para seguir tranquila en el viaje, ¿verdad? Papá maneja.